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valencia de don juan

La plaza se rinde a la clase y el poderío de Huertas y Espada

Gran corrida de toros de Ojailén y Los Eulogios con ejemplares de gran trapío y buen juego que permitieron a los matadores cortar siete orejas.

El diestro de Santa Cruz de Mudela, Emilio Huertas, da un derechazo al segundo de la tarde. MEDINA

Publicado por
León

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armando medina | valencia

No hace falta ser un experto en toros para saber cuándo el público sale satisfecho. Eso es lo que ocurrió ayer en Valencia de Don Juan. Astados con gran trapío presentados de manera impecable y tres matadores dispuestos a triunfar, el resultado es que el respetable se fue de la plaza sin acordarse de lo que había pagado por la entrada.

Gran tarde de toros la que se vivió ayer en el coso Martínez Zárate de la localidad coyantina con Emilio Huertas y Francisco José Espada como grandes triunfadores después de cortar tres orejas cada uno. El mejicano Diego Silveti se tuvo que conformar con un sólo trofeo al tocarle en suerte el peor lote y no andar fino con los aceros. El ganado, de Ojailén y Los Eulogios, permitió el lucimiento de los diestros siendo algunos ejemplares aplaudidos en el arrastre. La plaza registró algo más de media entrada.

Silveti consiguió sacarle buenas tandas al que abrió el festejo, pero una estocada que asomó por el costillar del animal, después de un pinchazo, le privó de los trofeos. Al cuarto le cortó una oreja tras una faena basada en la mano derecha.

Huertas salió ya dispuesto a todo en su primer ejemplar, el que hacía segundo de la tarde, con buenas tandas con la derecha llevando al toro humillado y largo. Calentó al público adornándose al final del trasteo con circulares empezando por la espalda y toreando de rodillas. Una buena estocada le dio las dos orejas. Pero donde estuvo cumbre fue en su segundo, el quinto de la tarde. Un precioso animal de Los Eulogios, bajo de agujas, bien armado, pero con la cara muy recogida. Parecía un toro de Sevilla. Tras mansear en el caballo, después ofreció un juego extraordinario siempre humillando, raudo al toque, con mucha clase y nobleza que el diestro supo aprovechar. Acabó con él con media estocada, lo que le permitió un sólo trofeo.

El jovencísimo Espada también estuvo dispuesto a no dejarse ganar la partida. Tras sólo lograr un trofeo en su primero, ante el sexto, un animal complicado que reponía, consiguió doblegarlo con excelentes pases al natural. El resultado, dos orejas.