Los reproches del juez
El juez afea la conducta de Victorino Alonso en términos como «ni que decir tiene que cualquier persona con un mínimo de nivel cultural es conocedora de la protección que tiene un yacimiento arqueológico, máxime el señor Alonso por su condición de ingeniero de minar», argumento que esgrime en dos ocasiones. Llega a asegurar que el yacimiento era perfectamente reconocible como tal para cualquier persona» y subraya en el caso que la ilicitud de la conducta «era notoria y evidente».