Diario de León

La FOP pide un protocolo para actuar con los osos que se acercan a los pueblos

Destaca que los ejemplares habituados no tienen por qué ser peligrosos pero generan alarma.

Imagen de un oso captada en 2013 en Llamas de Laciana, a donde se acercaba a comer cerezas. DL

Imagen de un oso captada en 2013 en Llamas de Laciana, a donde se acercaba a comer cerezas. DL

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m. rabanillo | león

El aumento de la población de osos pardos en la cordillera Cantábrica está provocando episodios de ejemplares que se acercan a los pueblos, una situación que no es excepcional pero que necesita de un protocolo de actuación para intervenir ante los individuos que están «habituados» al contacto con las poblaciones. Esta reivindicación parte de la Fundación Oso Pardo (FOP), que considera que, aunque estos osos habituados no tienen por qué ser peligrosos, sí que «alarman» a los habitantes de los pueblos y crean un problema con su «mera presencia».

La FOP ha trasladado esta inquietud a las administraciones competentes que han recogido la propuesta y se han comprometido a aprobar un protocolo. Se trata de que las acciones para actuar con los osos que se están habituando al contacto humano «comiencen a realizarse de forma regulada, de acuerdo con los principios científicos y con la experiencia contrastada de otros países», argumenta la FOP, que plantea como objetivo «evitar la improvisación y adelantarse a los problemas antes de que se produzcan».

La fundación explica que en la cordillera «se están produciendo cambios positivos que favorecen la proximidad de osos y personas». En concreto, señala que las poblaciones se están recuperando y que las actividades en la naturaleza son «cada vez más populares», con la presencia de senderistas en zonas «que hasta hace poco apenas esras holladas por el hombre».

«Los osos habituados no tienen por qué ser más peligrosos que los osos esquivos», señala la FOP, ya que «al temer menos al hombre no muestran tendencia a atacar en un encuentro súbito, por lo que pueden resultar incluso menos agresivos». Sin embargo, incide en la alarma que la presencia de ejemplares despierta entre los habitantes y que, cuando un oso está habituado, «se multiplican los encuentros con humanos, lo que aumenta la probabilidad de conflicto». A esto se añade que esta situación supone también un peligro para los propios osos «pues las probabilidades de que sean abatidos ilegalmente se multiplican».

La fundación cree necesario evitar que los osos «se acostumbren a encontrar alimento fácil y predecible en entornos humanos», un hábito que, una vez adquirido, «es muy difícil de eliminar». «Los osos adictos a comer en los pueblos, en los contenedores de basura o en las zonas de acampada acaban aterrorizando o hiriendo a alguna persona y finalmente son abatidos por las autoridades», estima la fundación.

La FOP atribuye este acercamiento a los núcleos habitados en que, aunque los osos jóvenes temen al hombre, «aún temen más a los osos adultos», y que, cuando la densidad de osos aumenta, «algunos jóvenes e incluso ciertas hembras con cachorros que huyen de los machos infanticidas tienden a usar ‘escudos humanos’, acercándose a zonas habitadas que los machos adultos —mucho más esquivos—, tratan de sortear.

Finalmente, la FOP considera que el protocolo debería definir los comportamientos «que son o pueden llegar a ser peligrosos o conflictivos, las circunstancias que suelen propiciarlos y el tratamiento que se debe aplicar» y asegura que ya existen en casi todos los países occcidentales estos protocolos de actuación y los equipos de emergencia para la intervención rápida.

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