Diario de León

ANTRUEJO EN LA CUESTA

La máscara que revive tradiciones cada invierno

La Asociación cabreiresa La Trimuella recrea a los Campaneiros, la mascarada ancestral que este año estrena el Interés Turístico Provincial

Los personajes que dan vida al ancestral antruejo recorren las calles de La Cuesta. MARCIANO

Los personajes que dan vida al ancestral antruejo recorren las calles de La Cuesta. MARCIANO

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a.g. valencia | león

El invierno se coloca su máscara. La Asociación cabreiresa La Trimuella volvió fiel a su cita y Los Campaneiros no faltaron para festejar el solsticio de invierno en La Cuesta. El ancestral antruejo, que es el que abre el calendario de todos los que se celebran en la provincia, fue recuperado hace tres años y ayer estrenó el Interés Turístico Provincial, concedido por la Diputación.

Como siempre, sigilosos, los Campaneiros y el resto de personajes que dan vida a esta mascarada se acercaron hasta la iglesia esperando a que los parroquianos dejaran la celebración para soprenderles. No faltó la ceniza que como cuenta la costumbre purifica.

Revuelo y mucha expectación. Algunos lo vivieron por última vez de niños, otros sorprendidos ante tal recibimiento miraban atónitos el panorama. Los Campaneiros se presentaron como manda la tradición, cubriendo su cabeza con caretas que representan animales. Una máscara colorida con atuendos de papel.

El ancestral antruejo era una costumbre en toda La Cabrera, comarca rica en patrimonio, memoria y cultura. Ahora los Campaneiros han vuelto y no dudaron en hacer de las suyas. Los niños disfrutaron y los que ya no son chavales recuperaron una parte de su infancia.

La Trimuella ha recuperado la mascarada —que antes de esta segunda etapa dejó de celebrarse hace aproximadamente seis décadas— en base a los testimonios de los más mayores del lugar, tratando de ser fieles a las recreaciones que se hacían antaño. Según Luzdivina González y Joaquina Miguélez, mujeres que todavía vivieron la mascarada, —tal y como explican desde La Trimuella— los Campaneiros en La Cuesta se celebraban en Navidad y eran encarnados por los mozos del pueblo que se disfrazaban con la única función de perseguir a los rapaces y pedir el aguinaldo. Los Campaneiros, como ahora, se cubrían los cuerpos con pieles y para la cara y la cabeza se fabricaban caretas con apariencia de animales. En ocasiones también se ponían cuernos o varas de madera, que tallaban los chavales para representar al ganado.

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