Diario de León

GANADERÍA ■ LA CRISIS DE LA LECHE

«Si lo sé, dejo de ordeñar antes y me paso a la producción de carne»

La mitad de las granjas de vacuno de leche que abandonó la Cea-Esla han dejado el sector

Ángel Luis Villa en su ganadería.

Ángel Luis Villa en su ganadería.

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León

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A. Domingo| Redacción

Nueve bajas suma el vacuno de leche sobre el total de los ganaderos afectados hace ahora un año por el cese de recogida de la producción de la Cooperativa Cea-Esla. Si bien sólo se ha cerrado una granja, por jubilación de su titular, otras ocho han cambiado al sector cárnico, proceso en curso en algunos casos. De los 19, diez han aguantado el tiró un año después, aunque la gran mayoría, pese al repunte de precios en origen, trata de mantener el equilibrio entre unos ingresos que insuficientes y los costes de producción.

El fin de la cuota láctea (30 de marzo de 2015) atacó, como se preveía, a las explotaciones más pequeñas, vaticinio que se cumplió en el caso de la espantada de la Cea-Esla. En Reyero, supuso el fin del vacuno de leche en el municipio pese a que contaba con cuatro explotaciones —dos en la cabecera municipal, una en Pallide y otra en Viego—. Sabían que el fin de la recogida suponía el adiós al sector y así fue. Las cuatro ganaderías se mantienen, pero ahora en la producción de carne. Leonor Alonso, una de las granjeras, no hubiera dejado de ordeñar «si me hubieran pagado un precio justo», pero reconoce haber sentido alivio después de meses perdiendo dinero: «Si lo sé, dejo de ordeñar antes y me paso antes al vacuno de carne», que supone una menor dedicación a los animales.

A las pérdidas se añade que la situación «no parece que esté mucho mejor ahora» y el aislamiento del municipio complicaba más las cosas: «Era impensable que volvieran por la leche por el aislamiento y porque somos explotaciones de pequeño tamaño. No les merece la pena la ruta», sentenció Alonso.

En Trobajo del Cerecedo, José Manuel Álvarez tiró toda la leche que no pudo regalar a inmigrantes entre el 30 de marzo al 15 de junio. Aún está en pleno proceso de reconversión: «Compré unas vacas gallegas que maman de las frisonas».

«Un año en blanco» es el balance de Jesús Ángel González , de En Huergas de Gordón, debido al cambio a carne. Aún no ha quitado todas las frisonas, de aptitud lechera, y para vender al matadero necesita criar animales. «Nadie nos dio respuesta. Aquí estuvieron dos técnicos de la Junta para ver las posibilidades de pasar a carne, pero nada más», lamentó.

En los establos de Álvarez de la Sierra, en Renedo de Valderaduey, mantienen el número de reses, aunque no la producción de leche y no por la subvencionada y recomendada reducción de oferta para lograr un incremento de precios, sino por la supresión del pienso en la alimentación de las vacas lecheras, porque el repunte de precios no da para pagar el pienso.

Su vecina de Gallegos de Curueño, Avelina López, admite cierta mejora de la situación, aunque insuficiente. Tras «quince días tirando la leche», consiguió industria que se la llevara: «Nos ofrecieron 18 céntimos el litro y luego la llevaron a 22. Ahora está en 28 más-menos grasa y proteína». Con este precio, «resistimos, gracias a que sacamos hierba y plantamos maíz» para alimentar al ganado. Necesitan comprar el pienso «y no podemos permitirnos un trabajador. Desde luego si una explotación necesita comprar toda la alimentación y pagar a un obrero no se puede mantener».

«Pido a Dios salud todos los días, porque mientras no pague todo al banco tengo que seguir ordeñando», apuntó Francisco Javier Álvarez, de El Otero de Valdetuéjar.

José Melón, responsable de la ganadería Valdejama, en Valencia de Don Juan, con 180 vacas de ordeño y un total de 370 ejemplares, redujo la producción en los peores meses, cuando el futuro de la granja apuntaba más al cierre por falta de comprador que al precio que ha logrado ahora. «He tenido suerte», reconoció, pero cuando volvió a entregar le pagaron a 21 céntimos el litro.

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