La única prueba que sitúa el cadáver en el primer enterramiento
El ADN confirma que la uña que halló una forense corresponde al cuerpo de Denise Thiem.
Acusaciones y defensa volvieron a referirse ayer a la uña encontrada de Denise Thiem. Una prueba clave del proceso, descubierta por una médico forense en la inspección del lugar en el que supuestamente estuvo enterrada la peregrina tras morir de forma violenta. Se trata de una prueba —la Policía Científica la recibió mezclada de restos de tierra y humanos— y es la única que sitúa el cuerpo de Denis Thiem en la tumba originaria, al margen de testificales, que corrobora la confesión de Muñoz Blas, aunque éste negase luego su autoinculpación. De ahí que se haya convertido en un caballo de batalla en la sala. Tanto es así, que el presidente del tribunal preguntó a las forenses y especialistas de la Policía Científica sobre el particular, mientras que sobre otros aspectos del caso no ha incidido.
El ADN revela que pertenecía al cadáver. Lo que ha sido imposible determinar es si se trata de una uña de las manos o de los pies. Los peritos coincidieron ayer en que la pérdida de las uñas es compatible con el proceso de putrefacción.
La uña, explicaron las peritos, es una parte del cuerpo que conserva especialmente bien el ADN. Las forenses remitieron al Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses las cinco falanges de los dedos del pie izquierdo para ver si allí era posible encontrar las uñas —para ellas fue imposible, reconocieron—. No tuvieron más suerte en el laboratorio policial. Allí, después de rascar en el conglomerado de tierra y tejidos sólo encontraron hueso. Por este motivo fue necesario recurrir al fémur derecho de la fallecida para conseguir una muestra de ADN fiable que permitiera identificar el cadáver. Aquí encontraron un fragmento de cartílago con una muestra suficiente de ADN para determinar que el cuerpo hasta el que llevó el acusado era el de Denise —las muestras de los padres llegadas de Arizona confirman que se trata de su hija con una probabilidad superior al 99% (los decimales alcanzan hasta quince nueves)—.
De otros restos de la tumba no se obtuvieron resultados concluyentes. En concreto, el putrílago —líquido resultante de la descomposición de los cuerpos— que empapó la tierra de la tumba no fue suficiente para individualizar un perfil genético. Sin embargo, las expertas descartaron que se tratara de una sustancia procedente de un animal que hubiera muerto en el lugar.