Del grito «todos somos mineros» al olvido
Madrid se fundió con los mineros en su marcha a la Puerta del Sol.
Los últimos cuatro kilómetros de la III Marcha Negra fueron surcados por las más de 40.000 personas que llegaron desde todo el país para apoyar a los mineros. Cuatro horas se emplearon en recorrer los cuatro kilómetros del Paseo de la Castellana para llegar frente al Ministerio de Industria. «Hasta la victoria, mineros, sois el orgullo de la clase obrera», decía la gente. Pero nadie escuchó el inmenso grito colectivo. «Yo también soy minero», decía la leyenda que bajo un lazo negro llevaba prendido un guardia civil en su chaqueta. La gente prometía que «no os dejaremos tirados», pero sólo los mineros se comieron los 46 días que llevaban en huelga, los 500 kilómetros que llevaban andados y las multas e incluso penas de cárcel que empezaron a caer sobre sus cabezas por los cortes de carretera y las batallas campales con la Guardia Civil. Por unos días los mineros sintieron que su marcha a Madrid no había sido inútil. Por unos días no estuvieron solos.