VALENCIA DE DON JUAN
El imponente trapío no amilana a tres valientes toreros
Los matadores Huertas, Román y Garrido cortan dos orejas cada uno a una corrida de Paco Galache impecable de presencia .
armando medina | valencia
Valencia de Don Juan vivió ayer una gran corrida de toros. Los astados de Paco Galache, imponentes de trapío, hechuras impecables y capas variadas, arrancaron los aplausos en cada salida al ruedo. Y los matadores, Huertas, Román y Garrido, arrearon de lo lindo con toreo templado y hondo en unas ocasiones y más efectista en otras, dependiendo de lo que iban permitiendo las reses. El resultado, dos orejas cada uno y todos a hombros. El fallo con las espadas impidió más trofeos. La plaza coyantina registró casi tres cuartos de entrada.
Cuando hace un año la empresa Cajsa Toros se hizo cargo de la gestión del coso de Valencia de Don Juan anunció que en el centro iba a estar el toro. Y lo han cumplido. Ya el año pasado presentaron una corrida impecable. Pero ayer subieron un escalón más con unos animales que por trapío bien podrían presentarse prácticamente en cualquier plaza de primera. La terna de matadores tampoco desmerecería en Madrid, Bilbao, Sevilla, Valencia o Pamplona.
En la tarde de ayer, aunque actuó en tercer lugar, el primero en arrear fue el extremeño José Garrido, como queriendo demostrar por qué ocupa un lugar destacado en el escalafón, que nadie le regala nada. Recibió a su primer toro, un animal precioso, negro bragado, patiblanco y lucero, con dos largas cambiadas con ambas rodillas en tierra, rematando la tanda con varias verónicas. Realizó una faena con ambas manos llevando al toro largo, con mucho temple con pases de pecho lentos e interminables. Hasta que el animal se fue apagando. Acabó el trasteo con otra serie de rodillas con la mano derecha muy despacio. Mató de media estocada tras un pinchazo. Dos orejas. A su segundo también le realizó una faena inmensa, quizá la mejor de la tarde, pero el fallo a la hora de matar le privó de más trofeos.
Emilio Huertas, que abrió plaza, logró una oreja en cada toro con una buena faena al primero, escaso de fuerzas, pero noble, que empezó con la cara alta, pero al que poco a poco fue metiendo en la muleta. Con su segundo el público premió su empeño por sacar pases al que quizá fuera el de peor juego del encierro.
Román, que se había quedado en blanco con su primera faena, apretó con el quinto consiguiendo buenas tandas tanto con la derecha como al natural con un gran toro que fue premiado con la vuelta al ruedo. Otras dos orejas y puerta grande.