Diques y suelo de paja para evitar que las cenizas lleguen al agua
El proyecto para la restauración de la zona afectada por el incendio de La Cabrera, dotado con un millón de euros, y con un plazo de ejecución de siete meses, comienzan con la ejecución de hidrotecnias, control de la erosión y protección del suelo: estas actuaciones están encaminadas a evitar que la alta cantidad de cenizas existentes en el suelo discurran por los cursos de agua. El tipo de actuaciones previstas en la zona es la construcción de diques transversales de madera o albarradas en vaguadas y torrenteras.
También está prevista la adecuación de infraestructuras, como pistas de uso forestal y agro ganadero, limpieza manual de obras de fábrica, instalación de pasos de agua, reparación de acometidas de agua y construcción de depósitos de agua prefabricados de entre 50 y 200 metros cúbicos de capacidad y la tratamientos selvícolas y trituración de restos. En este apartado se prevé la trituración de árboles en pie, corta de pies sobrantes, poda de ramas bajas y actuaciones selvícolas para favorecer la regeneración de las masas.
Otros de los aspectos destacados es el control de plagas, mediante la adquisición, instalación y mantenimiento de trampas para escolítidos perforadores de la madera, así como la detección, control y eliminación de focos de plaga que se produzcan.
Por lo que se refiere al control de zonas degradadas y protección del suelo, en las zonas que anteriormente estaban arboladas y no ha habido regeneración natural se ha llevado a cabo una restauración directa mediante la preparación del terreno y plantación. A su vez, se consigue uno de los objetivos principales de la restauración de áreas quemadas como es la disminución del riesgo de erosión y sus posibles daños.
Una técnica que se pondrá en marcha en esta zona es el acolchado de suelo con elementos naturales, mediante el extendido de paja de cereal de forma manual en áreas con pendiente inferiores al 30%. La experiencia de esta técnica ha demostrado su eficacia en la protección directa del suelo y evitar riesgos erosivos sobre todo en zonas vulnerables, como son aquellas en que el suelo ha quedado sin cobertura vegetal, o que antes del incendio presentaban signos de erosión.