La agonía de la sanidad rural
■ Los médicos señalan que las soluciones pasan por contratos «estables y dignos», concursos de traslados todos los años y más personal
■ Los vecinos de los pueblos padecen las consecuencias de un sistema que «nos tiene abandonados».
a.g. valencia | nogarejas
«Ya no es indignación, es preocupación», señala un vecino de Felechares de la Valdería, que describe cómo se sienten los habitantes del mundo rural por el «caos» de la sanidad que viven a diario en muchos pueblos. Un sentimiento que se repite como un mantra por buena parte de la geografía leonesa y que evidencia las «deficiencias» de la organización actual del sistema.
«Hay pacientes que toman sintrom y que padecen que no haya médico en toda la semana, la gente es mayor y se pone muy nerviosa», continúa, narrando un testimonio que es perfectamente aplicable a otras personas. «No saben que hacer y hay pocas alternativas», explica, consciente de que ésta es sólo la punta del iceberg. «Las bajas no se cubren, si hay una urgencia no hay otro médico que pueda venir a consulta y no hay continuidad entre los facultativos, con lo que eso supone para el paciente que tiene largos tratamiento». Una realidad, en la que si se escarba un poco, subyacen también el resto de los problemas que acucian al mundo rural. «En muchos consultorios la conexión a Internet es nula o muy limitada con lo que ello implica para los pacientes, para el médico, para la consulta de historiales, para las recetas electrónicas...».
Es cierto que nadie culpa a los profesionales «ellos padecen la situación como nosotros», repiten en los pueblos, pero también saben que «estamos abandonados, tampoco tenemos transporte regular, taxis o forma de desplazarnos al hospital o a los centros de salud más grandes». Una situación difícil que se contradice con el propósito de las administraciones de querer fijar población. «Si no tenemos ni una sanidad digna, dime quién va a querer vivir en los pueblos», argumentan en Maragatería.
Ruta sanitaria
Para tratar de paliar las dificultades sanitarias en el mundo rural, la junta vecinal de Nogarejas costea con fondos propios un servicio de transporte a la demanda para que los vecinos tengan garantizado el acceso a la sanidad. «No es que sea un servicio necesario, es que es fundamental», dice el pedáneo, Pedro Fernández, que heredó la gestión de la furgoneta de su antecesor, Olivio Campo. «Lo hemos mantenido porque es imprescindible». Y es que así lo avalan los vecinos.. «Si no como vamos a León, ¿Andando?», se cuestionan. Coincide además que ni los miércoles ni los sábados hay autobús a La Bañeza, parada obligada con transbordo incluido para ir a León y una vez allí, llegar al hospital.
La pedanía tiene en nómina a un conductor que se encarga de organizar los viajes a La Bañeza o a León en función de las necesidades sanitarias de lo vecinos. Para ello, cuando reciben la citación en casa, pasan por las oficinas de la junta vecinal y rellenan un volante que sirve para cuadrar la ruta y llevar un control. «Aunque sólo lo necesite un vecino se hace igual», señala el pedáneo, que reconoce que el coste del servicio es elevadísimo, «pero resulta esencial».
El conductor recoge a los pacientes en casa, los lleva a consulta y los vuelve a dejar en su vivienda. «Es un servicio exclusivo para ir al médico», dice Fernández y una garantía para muchos. «Si no, ¿Qué sería de nosotros?».
Otro que también ha tenido que buscar una solución por su cuenta es el Ayuntamiento de Valderrey que dispone de un servicio de transporte que todos los miércoles acerca a los vecinos hasta el consultorio municipal.
