LEÓN ■ SUCESOS
Un vecino pone a la Udev sobre la pista de Mari Trini y su bebé: una charca a la que el Portugués habría arrojado dos coches hace 30 años
Sin rastro en la casa sospechosa de Berbes de los restos de la mujer y su hija desaparecidas hace 30 años
Sin rastro de los restos de Mari Trini y su hija. Así concluyó ayer la búsqueda de las desaparecidas de Matadeón de los Oteros en la casa del pueblo asturiano de Berbes (Ribadesella) donde vivieron hasta al menos dos días antes de su desaparición con Antonio María Da Silva, marido y padre y principal sospechoso de su desaparición.
Las pesquisas llevadas a cabo en esta casa por la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (Udev) de Gijón no han concluido, a la espera de analizar la documentación y enseres que encontraron en los trabajos de excavación e inspección.
Asimismo, un vecino puso a los investigadores sobre la pista de una charca en el lugar llamado Cuetu del Aspa, donde el Portugués, apodo con el que se conocía a Da Silva por la zona, habría arrojado dos vehículos por aquellas fechas. Pepe Valdés, el hombre que vendió la casa al Portugués, acompañó personalmente a los inspectores a visitar la charca.
La laguna, que queda como recuerdo de las minas de mica y feldespato que se explotaron en Berbes hace décadas, no presenta ninguna alteración a simple vista, por lo que la policía y la jueza que dirige la investigación, Ana López Pandiella, titular del Juzgado de Instrucción número 4 de Gijón, tienen que decidir si practican otro tipo de diligencias sobre la misma.
Han pasado 30 años, seis meses y nueve días desde que María Trinidad Suardíaz, que iba a cumplir 25 años, y su hija Beatriz, de apenas 13 meses de edad, se esfumaron sin que nunca más se supiera de ellas. Fue después de un viaje a León, a donde acudieron a recoger una notificación judicial en compañía de Antonio María Da Silva, a quien Mari Trini había denunciado antes de que naciera la niña por agresiones en el cuartel de la Guardia Civil de Matallana de Valmadrigal.
En la casa de Berbes se excavó una supuesta fosa séptica que el Portugués había cavado y rellenado con arena y cemento cuando vivían allí. Nadie se explica en el pueblo por qué metió allí tres carretas de arena, si la casa no contaba con inodoro. Si la Udev de la Comisaría de Gijón encontró algo sospechoso lo pondrá en conocimiento de la jueza.
Lo que es seguro es que no han aparecido restos humanos. En la casa hallaron numerosas maletas —el Portugués andaba siempre de viaje— bolsas, así como ropa de bebé y de adultos. La policía desechó gran parte de este material pero llevó otras maletas. Todo parece indicar que abandonaron la casa de manera precipitada, puesto que entre la ropa se encontró dinero, las escrituras de una vivienda y hasta una imagen de la virgen de Lourdes. Este hombre de doble vida, doble identidad y doble familia, casado dos veces sin divorciarse, era un tipo extraño que dejó pruebas de una supuesta devoción religiosa allí donde estuvo: en la casa de Matadeón colocó en la fachada una imagen de San Antonio y decía que iba a poner una de Santa Teresa por el nombre de su primera esposa; en La Peral, Illas, cerca de Avilés, donó a la iglesia unos copones como ofrenda por oraciones por una hija pequeña que falleció mientras vivía allí, también con Teresa Vieira. Y en Berbes, entre las ropas de bebé y los pantalones de pana, se cobijaba la virgen de Lourdes.
La que no aparece, ni viva ni muerta, es Mari Trini. Ni tampoco hay rastro de su hija, a la que unas misteriosas mujeres aconsejaron a la infortunada madre que la entregara en adopción. El Portugués estuvo en la cárcel en Orense y en León en 1989, dos años después de la desaparición de las mujeres. Por aquellos días fallecía uno de los hermanos de Mari Trini víctima de un atropello. Antonio Da Silva aparece en la esquela como cuñado. Nadie sospechaba que él anduviera presoa y ella estuviera, posiblemente, muerta. A lo sumo imaginaban que llevaba una mala vida.