Las industrias de La Bañeza son las más castigadas por el fuego en la última década

Balance negro. En la última década las empresas de La Bañeza y su comarca han sido las más castigadas por los incendios. Desde que en 2007 el fuego destruyera el secadero de cacao de Chocolates Santocildes, en Castrocontrigo, los siniestros han ido dejando una estela de desolación, rabia e impotencia como la que se vivió el 9 de mayo de 2009 en el polígono industrial de Riego de la Vega, cuando las llamas devoraron por completo las antiguas instalaciones de Aperitivos Gus y causaron graves daños en Hipermueble Riego, que perdió una de sus tres naves y vio gravemente dañadas las otras dos, así como los muebles y elementos de decoración de su exposición.

2015 y 2016 fueron los años más nefastos en materia de incendios para la ciudad. Solo en el ámbito industrial, el almacén de Ilunion, en La Bañeza, y las fábricas de Embutidos Rodríguez, en Soto de la Vega, y de Iberavi (Grupo Oblanca), en Alija del Infantado, abrieron capítulos de incertidumbre. La empresa de reciclaje de material eléctrico y electrónico ya había sufrido otro incendio en 2010, aunque el de hace tres años se llevó por delante la zona de almacenaje y buena parte del material guardado.

Los siniestros de Rodríguez e Iberavi aún estremecen por su cercanía en el tiempo. El de la fábrica de embutidos se originó en mayo y su reconstrucción ha requerido una inversión de más de 22 millones de euros. Por su parte, las instalaciones de Oblanca en Alija reabrieron tras 19 meses de obras y desembolsar ocho millones.

Las llamas se han cebado con las industrias, pero los últimos años también arrojan un elevado porcentaje de incendios en viviendas. En el último lustro, el fuego se ha cobrado en La Bañeza una víctima moral y ha dejado graves consecuencias en varios inmuebles. El trágico suceso de este domingo —en el que un edificio del centro de la ciudad fue pasto de las llamas— se suma a una lista demasiado larga.

El 12 de enero de 2013, un hombre falleció en el incendio de su casa en la calle de Santa Elena, en la Bañeza. La causa de la muerte fue la intoxicación por humo, sin que los médicos ni los bomberos pudieran hacer nada por remediarlo. La vivienda, además, quedó calcinada. Igual que resultaron los dos edificios, y parte de un tercero, que ardieron en la Nochevieja de 2015. La Bañeza inauguró el 2016 con el sobresalto de ver cómo las llamas desahuciaban dos céntricos inmuebles en la calle del Reloj —la misma vía que el domingo vio como las llamas se cebaban con ella de nuevo— y causaban importantes daños en los locales comerciales que ocupaban sus bajos. De hecho, tuvieron que cerrar durante semanas hasta que se logró estabilizar las estructuras de los edificios afectados. Este demoledor siniestro despertó la solidaridad de la ciudad, que alzó la voz para exigir un servicio de profesionales para la ciudad. Incluso desde el Ayuntamiento se logró reunir a representantes de todos los pueblos de los partidos judiciales de Astorga y de La Bañeza y a representantes de la Diputación para analizar la situación.

El último informe presentado por la Policía Local, que recoge las actuaciones llevadas a cabo en 2017, contabilizó 18 intervenciones en incendios urbanos en La Bañeza. Porque antes de que lleguen los bomberos profesionales del parque municipal de León, los agentes y los voluntarios de La Bañeza son, por cercanía, los primeros en actuar. Fueron ellos quienes acudieron también a sofocar las llamas que, el 18 de enero, sorprendieron de madrugada a una anciana en su vivienda. La mujer resultó ilesa pero el incendio acabó con su casa y también dañó las dos colindantes. El triste siniestro que se desató el domingo vuelve a poner sobre la mesa la reivindicación del parque comarcal porque «ganar en tiempo de respuesta resulta importante», como aseguró el alcalde, José Miguel Palazuelo.