El ajo leonés, a la altura de los EE UU

rUBÉN VEGA | veguellina

Puede resultar un ambiente habitual. Campesinos con las rodilleras de su pantalón ensuciadas de tierra abandonan su puestito y se plantan en medio de una calzada hasta arriba de gente. Gritan frases que adulan la calidad de su producto, destacan su bajo precio o sacan a relucir cualquier otra cualidad. «Mira lo que pesa este ajo», grita uno. «El mejor ajo», presume otro. La XXIX Feria del Ajo de Veguellina de Órbigo discurre bajo un ambiente de calidez y atrae la visita de cerca de 20.000 personas, según fuentes municipales.

Las jornadas comenzaron a las 10 de la mañana de un día con sol. Media hora después se abría una votación que premiaba calidad y presentación del producto estrella. Sobre una mesa pueden verse varias cestas con cabezas de ajo adornadas y complementadas con flores o productos autóctonos del huerto. Justo enfrente cuelgan sobre una pequeña viga de metal casi veinte ristras. El sufragio se prolonga hasta las 18.30 horas. Benita Pérez y su hija, Natalia, vienen de Zamora. Están resguardadas del sol debajo de una carpa de tela verde como otros tantos vendedores. Se acerca un cliente y, después de un breve regateo, intercambia una ristra de veinticuatro cabezas por veintidos euros. Comenzaron a cultivar en noviembre, ocho meses después el ajo está ahí, sobre una mesa. «La gente no suele valorar el trabajo que hay detrás», reflexiona.

Milda y Gladis son dos hermanas de 71 y 83 años, propietarias de una pequeña tierra de labranza en Fresno de la Vega. Llevan dedicándose a ello prácticamente «desde que nacieron». Manuel Vega no se atreve a decir su edad pero recuerda a su padre vendiendo en esta misma feria.

El día avanzó entre el jolgorio de transeúntes que merodeaban las calles frente a los puestos de ajo y que escuchaban canciones comerciales reproducidas en los bares del alrededor.

Aunque durante dos horas por la mañana y dos por la tarde la banda sonora sería otra, la de los instrumentos de viento y percusión de Charanga Pachanga. Un grupo de quince músicos que se creó hace, también, quince años. Todos naturales de Veguillina. Por la tarde actuaron por las calles de su pueblo natal acompañando a varios personalidades de la política. Encabeza las líneas Joaquín Llamas, alcalde de Villarejo del Órbigo. Deja verse algún regidor de pueblos vecinos y el diputado provincial de Bienestar Social, José Miguel Nieto. El desfile comenzó a las 18.30 y termino a las 20.30 horas. Pero antes, a las siete se supieron los ganadores de un concurso donde la votación del público fue determinante.

Llamas describió de «estupendo» el día, aunque admitió que «la despoblación nos está comiendo». A su vez anunció el hermanamiento con la feria de Gilroy, de California, en Estados Unidos de cara la próxima edición de la Feria.