La res es la primera en Índice Global TIPO
La ‘top model’ del vacuno de leche español es paramesa
La ganadería El Rancho, de Mansilla del Páramo, crió el ejemplar del que se valora su morfología y la capacidad de transmitirlo a su descendencia.
A. Domingo | Mansilla del Páramo
Lisa, una vaca —ya toda una abuela—, criada en la ganadería El Rancho, de Mansilla del Páramo, ha obtenido la mejor calificación en el último Índice Global Tipo (IGT) para vacas con dos o más partos, elaborado por la Confederación de Asociaciones de Frisona Española (Conafe). No sólo no es una vaca cualquiera, sino que además, mantiene unas características morfológicas y genéticas pese a sus años, pues es de las pocas hembras nacidas en 2012 que aparecen en los puestos de honor. En la clasificación general del IGT, la res paramesa es tercera y hay que llegar al puesto quicuagésimo quinto para encontrar otra nacida en el mismo año e incluida entre las 100 mejores de España según el IGT.
El Índice Global de Tipo se obtiene a partir de la evaluación genética de hasta 17 caracteres lineales (ubre, patas, grupa y conformación) surgidos de la calificación morfológica de los animales, realizada por Conafe.
El éxito de Lisa, con buenos puestos en anteriores evaluaciones, es el resultado de una mejora genética en la granja que dirige José Antonio Mielgo desde hace 32 años, cuando se hizo cargo de la explotación de su padre. Fue entonces cuando adquirió mejores vacas y comenzó a comprar dosis seminales de los mejores toros. Lisa fue el año pasado cuarta en su categoría —repetía el puesto que había logrado en 2016 para vacas con un solo parto—. Su ascenso supone «la recompensa al esfuerzo de todos estos años» no sólo por conseguir los mejores índices genéticos, sino por lograr una mayor producción. «Tres de las cuatro vacas de esta familia han estado entre las 100 mejores» del listado de Conafe, explicó Mielgo, que atiende una ganadería con 144 animales, de las que ordeña algo más de 60.
El ganadero, que acaricia a las vacas igual que a cualquier mascota cuando asoman por los amarres y llama a cada una por su nombre, comenta que Lisa tardó en triunfar: «al principio, no se quedaba preñada, pero ya ha parido tres veces». Lisa se ha sumado a las vacas reconocidas de la Ganadería El Rancho, como Lera, «que fue vaca dos estrellas —título concedido por Conafe— por producción y partos. Daba muy buenas hijas y el año pasado una de estas consiguió las tres estrellas».
El Rancho ha obtenido también premios provinciales, otorgados por la Asociación Frisona de León (Afrile), entre los que se cuentan el de vaca más productora de 2015 y mejor granja en índice de mérito genético total oficial (ICO) en 2011, tras haber logrado el segundo y tercer puestos en 2011 y 2010, respectivamente.
«Llevarlo en la sangre»
Para Mielgo sacar adelante una explotación de vacuno de leche «es llevarlo en la sangre, que te guste. Si no, es mejor dejarlo», porque el ordeño reclama la atención del ganadero todos los días del año. En su caso, no ha disfrutado de un día de descanso desde 2012, a pesar de que tiene un empleado, después de haber pasado tiempo trabajando sólo.
A la satisfacción por este trabajo se unen «la genética y el bienestar de los animales. De poco sirve tener unos animales excepcionales si están sucios y no tienen espacio suficiente». De este último aspecto «nos dimos cuenta cuando se quitaron vacas porque se superaba la cuota». Reducir el número de reses y subir la producción fue todo uno. No sólo ascendió la media de litros por vaca, «sino también el nivel del tanque y, además, las que quedaron estaban más cómodas». En cuanto a la genética, aseguró que «con un simple análisis de sangre puedes conocer cómo va a ser la vida del animal con una seguridad del 70%». Gracias a la mejora de en esta materia, Mielgo intentará ahora conseguir los mismos litros de leche anuales con 50 vacas que los que produce ahora. Ampliar la explotación le supone un coste económico importante cuando los precios no son los mejores.