La situación de la subespecie se agrava entre fórmulas fracasadas

La población del urogallo cantábrico no mejora su calificación como especie protegida y en el último año incluso ha entrado en peligro crítico de extinción pese a todas las medidas que se han puesto en marcha para frenar el imparable declive de la especie. Los tratamientos selvícolas y las repoblaciones para adaptar el entorno natural a la supervivencia de los ejemplares no son suficientes para una especie que ve multiplicarse las amenazas a su alrededor y cuya fragilidad es demoledora.

En el Alto Sil la Junta proyecta conseguir un área libre de depredadores, un objetivo harto complicado. Mientras se elabora un censo fiel de ejemplares, la consejería captura las martas, garduñas y azores para ser trasladados a zonas alejadas de las áreas donde se han capturado, para reducir la posibilidad de que regresen a los territorios durante el período en que se reproduce el urogallo, mientras que los ejemplares de zorro son sacrificados.

A su vez, en Asturias se contempla la introducción de urogallos del Pirineo para que se crucen con los locales, una medida que algunos expertos creen que acabará definitivamente con la subespecie ya que los presuntos nuevos ejemplares serán híbridos y no cantábricos.