La bañeza mira su pasado
Tras los pasos de los peregrinos
Monte Urba celebra la fiesta que dedica a los caminantes con el repaso de la historia de San Genadio, Abamos Eximiz y Cendina, que en el siglo X entregaron el monasterio donde hoy se levanta la iglesia del Salvador.
a.g.v. | la bañeza
La Bañeza rezuma historia y, cada año, Monte Urba, la asociación de peregrinos en la Vía de la Plata, se encarga de ponerla en valor. La entidad ha venido celebrando a lo largo de los últimos días su semana cultural, una cita que ha soplado veinte velas, y que promete seguir sumando años para bucear en el pasado, compartir las experiencias de los caminos a Santiago y proyectar futuro.
Monte Urba celebró ayer la tradicional fiesta del peregrino, evento que siempre pone el broche final a su semana veraniega. Como es habitual, la marcha salió de la plaza Mayor, donde el pendón, el grupo de Bailes la Asunción, los músicos, los peregrinos, las autoridades y los miembros de Monte Urba, con sus inconfundibles camisetas azules, salieron camino de la Iglesia del Salvador, centro de operaciones de la actividad peregrina en la ciudad desde hace siglos. De hecho, la fiesta también sirvió para recordar la historia y volver a ponerla en valor. La jornada resucitó a San Genadio, Abamos Eximiz y a su mujer Cendina para recordar como en el siglo X este matrimonio mozárabe entregó al obispo de Astorga el monasterio, donde hoy se levanta el templo, para ser utilizado como albergue.
La Semana del Peregrino, que busca la difusión de la ciudad y los caminantes, echó el telón, recordando, especialmente, este año el Camino del Salvador y el Camino Primitivo, precisamente, las imágenes que han ilustrado su cartel.
A lo largo de la semana, la cita ha contado con conferencias, charlas, puestas en común y actos literarios con especial incidencia en los lectores más jóvenes. Se trata de la entrega del premio de literatura infantil y juvenil Charo González y de la presentación de la décima revista Charín , que tuvo lugar el viernes.
Ayer, como colofón, y tras la misa, oficiada por Arturo Cabo y donde no faltaron lo habituales discursos, Monte Urba celebró una comida de hermandad en el albergue para seguir sumando muchas marchas y muchas más semanas del peregrino.