aRGOVEJO LUCHA POR LAS TRADICIONES
De profesión «campanero»
Desde hace unos años Pedro Álvarez enseña a cuatro jóvenes desde el aula del campanario a tocar y diferenciar los sonidos de las campanas.
JOSÉ Mª CAMPOS | aRGOVEJO
Ya hay pueblos en los que no suena las campanas. Donde la gente tiene que trasladarse a otros para la misa. Hay otros pueblos donde suenan una vez a la semana, quizás el domingo. Suena tan poco que incluso la gente mayor ya no sabría reconocer esos sonidos de las campanas de los pueblos: a misa, difunto, acedera, etc. Esta es una de las consecuencias de la despoblación. Curiosamente Pedro Álvarez, un vecino de Argovejo, se ha propuesto recuperar los sonidos de las campanas y su significado. Él es el maestro campanero quien lleva más de 40 años tocando las campanas de su pueblo?. Puso en marcha esta escuela ya que no quiere que se pierda la tradición como ya sucede en muchos pueblos. “En el pueblo solo quedó que domine este arte. Y se tocan cuando vengo al pueblo”. Una vez que varios niños se ofrecieron para aprender y dispuso del permiso del cura dio comienzo esta aula al aire libre. «Al principio para que la gente no se asustase por el sonido de las campanas el cura avisaba en misa sobre las clases», explica.
Para mantener esta tradición que se ha perdido en los pueblos Pedro ha montado los fines de semana una escuela de campaneros. En su clase hay cuatro jóvenes: Rubén Fernández, Natalia Albalá, Valeria Fernández y Rafael Reimondez. Su clase está en la calle, es el campanario, al que se accede por medio de una escalera que comunica la calle con la parte alta del campanario.
Cuando en Argovejo suenan las campanas nadie se sorprende. Si alguien que llega al pueblo pregunta por qué están tocando las campanas la gente le dice «es Pedro con cuatro chavales que están aprendiendo a tocar las campanas». Desde hace varios años estos jóvenes y su maestro se trasladan casi todos los fines de semana al pueblo desde la capital leonesa para practicar los distintos sonidos y repliques de campanas que hace años se utilizaban en el pueblo para comunicar a la gente algún acontecimiento.
Rubén Fernández, el alumno aventajado que ya lleva tres años tocando las campanas, nos cuenta que la idea de aprender la técnica de tocar las campanas surgió «porqué es una tradición y si nadie se anima se va a perder. Además me animó mi abuela que le gusta mucho la misa». Por su parte Rafael Reimonfez decidió un día juntarse en este aula al aire libre con si amigo Rubén.
Todos señalan que lo más complicado es que al principio se les cansan los brazos hasta que van cogiendo la técnica de mover las cuerdas que sujetan los badajos de las campañas. «Otra de las dificultades es coordinar los dos brazos», precia Rubén.
El maestro recuerda que las campanas se tocan con las muñecas y así no se cansan los brazos. «Si tocas con los brazos te cansos muy pronto».
Pedro nos habla de los diferentes toques de campañas: toque de misa o por alto, al rosario, de muertos, toque de quemas cuando había un incendio, el toque de lobo con una campana, el de hacendera o el de concejo. «Cuando sonaba la campana la gente sabía a qué tocaban. Ahora nadie lo sabe quitando unos pocos mayores». Hay dos campanas una de «tan» y otra de «tin». La de «tan» es para eventos del pueblo y la de «tin» es para eventos de la iglesia. Por ejemplo cuando se echaban las vacas o echar la hacienda eran cuatro campanadas con la de tan. «Las tradiciones que se dejan se pierden y a veces se recuperan pero de distinta forma», según Pedro.