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Naturaleza demasiado extrema

Tres personas, una en la zona leonesa y dos en la asturiana, fallecieron este verano en la Ruta del Cares La dirección del parque nacional recuerda que la senda implica riesgos y pide responsabilidad .

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León

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maría carnero | león

La Ruta de Cares, la joya del Parque Nacional de Picos de Europa y uno de los monumentos naturales más visitados de la Cordillera Cantábrica, ha batido este año un triste récord. Tres personas han perdido la vida desde junio y hasta setiembre, mientras transitaban por esta senda que parte de Caín, en la vertiente leonesa, y que finaliza en Poncebos, en la zona asturiana del parque. Las circunstancias en las que fallecieron estas personas, una en el tramo leonés y las otras dos en el asturiano, son muy diversas. El 9 de junio una mujer del País Vasco se despeñó al sufrir una caída en las inmediaciones de la Pasarela de los Martínez, a unos cuatro kilómetros de Caín, por lo que los servicios de emergencias tuvieron que rescatar su cuerpo con la ayuda de un helicóptero.

La misma suerte corrió el pasado 19 de agosto un hombre de 63 años de nacionalidad rusa que, al parecer, sufrió un mareo mientras realizaba la ruta, a escasos metros de llegar a Poncebos, tras lo cual entró en parada cardiorespiratoria y falleció sin que los equipos médicos desplazados al lugar pudieran hacer nada por salvar su vida.

Este capítulo lo cierra un hombre de unos 50 años de edad, procedente de Córdoba, que el pasado 17 de septiembre se precipitó al vacío por una altura de unos 70 metros, cerca del puente de Los Rebecos, en presencia de su pareja, que tuvo que ser atendida por una crisis de ansiedad.

Según el director conservador de la vertiente leonesa del Parque Nacional de Picos de Europa, Mariano Torre, lo que ha ocurrido este año «no es algo normal», y lo califica como algo «episódico y que no marca tendencia».

De todos modos afirma que «una ruta por la que pasan cerca de 200.000 personas al año, y que se concentran básicamente en verano y Semana Santa, es lógico que ocurran accidentes».

Torre considera que realizar la Ruta de Cares implica que el usuario asuma el hecho de que se corren ciertos riesgos, que afirma que están debidamente especificados en los paneles informativos que hay a lo largo de todo el trayecto. «La ruta tiene riesgos diversos, como la caída de las personas y de caída de piedras desde lo alto, que no es despreciable, lo que explicamos a la gente en los carteles advirtiéndoles de que están asumiendo un riesgo voluntariamente, a pesar de que realmente el peligro por caída al vacío es limitado y controlable ya que el camino suficientemente ancho y plano».

Otro de los nuevos peligros del parque es la afición de muchos usuarios de hacerse fotos o selfies en los desfiladeros, poniendo en muchas ocasiones en peligro su vida y la de los demás. Por eso, en muchos monumentos naturales del mundo se está prohibiendo esta práctica, cada vez más extendida. «Hasta ahora no nos lo hemos planteado en el Cares, pero es algo que no sería difícil de prohibir, habría que incluirlo en el Plan Rector de Uso y Gestión del Parque (PRUG), actualmente en redacción», comenta Torres.

Desde la dirección del parque apelan a la responsabilidad de los usuarios, para que no se embarquen a realizar la ruta si no están en condiciones físicas para hacerlo.

La Ruta del Cares, con doce kilómetros de ida y otros tanto de vuelta, tiene un grado de dificultad media. Está prohibido ir en bici y acceder con niños menores de doce años. Su principal dificultad reside en que discurre entre acantilados muy altos, y que no se puede abandonar hasta llegar a uno de los dos pueblos (Caín o Poncebos), con el inconveniente además de que es una ruta a veces muy masificada. En general el trayecto es es llano, pero en Poncebos hay un camino —el más peligroso de la ruta— de unos 150 metros, de gran desnivel y con bastantes piedras.

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