Diario de León

NATURALEZA

Las necropsias descartan el disparo como la causa de la muerte del oso de Burón y los dos de Palencia

Imagen de un oso en el Alto Sil

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Efe

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Las necropsias de los restos de tres ejemplares de oso pardo cantábrico hallados entre octubre y noviembre en Cervera de Pisuerga y Burón  han descartado el disparo como causa de la muerte, ha informado la Junta en un comunicado.

Los cadáveres fueron hallados en el núcleo oriental de la Cordillera Cantábrica, concretamente el día 5 de octubre en el vaso del embalse de La Requejada, el día 27 de octubre en localidad de Casasuertes  y el día 8 de noviembre en Celada de Roblecedo.

Los lugares en los que han sido encontrados estos osos están separados 40 kilómetros entre sí los dos primeros y 10 kilómetros entre el primero y el tercero, por lo que en un primer momento se descarta que la muerte de estos ejemplares pudiera estar relacionada.

A principios de noviembre se practicó la necropsia de los restos óseos encontrados en el embalse de La Requejada, por los veterinarios de los Centros de Recuperación de Animales Silvestres (CRAS), determinando que se trataba de un macho adulto, de entre 11 y 13 años de edad. El diagnóstico presuntivo preliminar de esta necropsia, a falta de los resultados del análisis toxicológico, da un resultado desconocido de las causas de la muerte, pero descartándose por el estudio radiográfico presencia de plomo, fracturas o traumatismos en los huesos. También se concluye que este ejemplar de oso pardo llevaba muerto varios meses en el momento del encuentro de los restos a la vista del estado de los restos óseos.

El día 21 de noviembre se realizó la necropsia de los restos de los otros dos osos encontrados en Casasuertes y Celada de Roblecedo conjuntamente por personal de la Universidad de León y veterinarios de los centros de recuperación de animales silvestres de la Junta de Castilla y León y de la Dirección General del Medio Natural, especialistas en fauna silvestre.

El primero de ellos, el ejemplar encontrado en Casasuertes, es un subadulto y del que no se ha podido determinar hasta la fecha el sexo.

Las radiografías no muestran proyectiles o fragmentos, ni fracturas óseas, siendo desconocida la causa de la muerte en este primer diagnóstico preliminar, a falta de los resultados de los análisis toxicológicos, estudios histopatológicos y microbiológicos.

El último ejemplar encontrado, en Celada de Roblecedo, es un macho adulto.

El estado de los restos encontrados podría indicar que la muerte del ejemplar fue próxima en el tiempo, al momento del levantamiento del cadáver y las radiografías no muestran proyectiles o fragmentos, ni fracturas óseas.

Aunque no se considera que la muerte de estos ejemplares pudiera estar relacionada entre sí, tanto por el rango temporal de sus muertes como por la distancia a la que se han encontrado, durante los días siguientes a la aparición de estos ejemplares se hicieron labores de rastreo en las zonas de aparición con el fin de buscar otros animales muertos que pudieran indicar episodios de envenenamiento, no habiéndose encontrado nada en los recorridos.

En cualquier caso, los resultados de los análisis toxicológicos confirmarán o descartarán el uso de veneno como causa de mortalidad de los ejemplares.

La población osera cantábrica se encuentra en expansión, estimándose en unos 300 ejemplares y contabilizándose en los últimos años unas 40 osas con crías cada año, acompañadas de 70 crías y con una esperanza de vida en libertad de unos 20 años.

En el núcleo oriental, el número de osas reproductoras observadas en los últimos años asciende a 6 osas cada año -unas 12 hembras en total al criar en años alternos-, con una producción de crías de unos 10 oseznos al año

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