Los embalses superan en 20 puntos la media de reserva a final de año
DL | Redacción
Los embalses leoneses de la Cuenca del Duero cierran 2018 con un volumen de reservas de 819 hectómetros cubicos (hm3), lo que supone un 63,2% de su capacidad, ratio que supera en 20 puntos la media de los diez últimos años. En el conjunto de la cuenca las reservas superan el 61%, con un volumen embalsado que se aproxima a los 1.800 hm3, el mayor registro de los últimos diez años, cuya media se sitúa en 1.346,4 hectómetros, según informó ayer la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD).
Cabe destacar que el registro del año anterior en los embalses leones se situaba en 266,1, cuando ya habían comenzado las lluvias que ponían fin a una larga sequía y las reservas se colocaban en el 20,5%, 42,7 puntos menos que en el cierre de este año.
Para el organismo de cuenca, los datos «confirman las buienas expectativas» para la campaña de riego de 2019, si bien aún habrá que ver cómo se desarrollan el invierno y la primavera.
Los sistemas más importantes de la cuenca están en general por encima del 60% de su capacidad total. Es el caso del embalse de Santa Teresa, en Salamanca, que alcanza los mayores porcentajes, con una reserva hidráulica próxima al 70%, seguido de Riaño, que se encuentra al 66% de su capacidad, al igual que el de Cuerda del Pozo (Soria). El Carrión, en Palencia, se sitúa al 65% al cierre de 2018 y el embalse leonés de Los Barrios de Luna, supera el 63% de su capacidad. Por el contrario, los sistemas Pisuerga, Adaja (Las Cogotas) y Tuerto (Villameca) se encuentran por debajo del 50%, aunque con valores muy superiores a los del año pasado por estas fechas. Villameca registra 9,8 hm3, cuando la media de la última década se sitúa en 5,9. El embalse del río Luna dispone de 91 hectómetros más que la media, con 195,1 hm3, volumen que no supone el récord de un mes de diciembre pero que no se alcanzaba desde antes de comenzar el siglo.
La lluvia y la nieve registradas durante el otoño han permitido que no se haya perdido volumen de embalse en ninguno de los sistemas, a diferencia de las dos últimas campañas en las que el invierno comenzó con menos agua embalsada de la que se había contabilizado al comienzo del año hidrológico, es decir, el 1 de octubre.