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León

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La apicultura lucha ahora por conseguir un etiquetado que garantice al consumidor el origen de la miel que compra, así como los procesos a los que se haya sometido y los posibles aditivos. Urbano González apuntó ayer que el 50% de la miel que se consume en España «es importada y, según datos del Ministerio de Agricultura, de esta cantidad casi un 25% no es miel, sobrepasa los controles del propio ministerio. Así, hay gente que está tomando en casa un producto etiquetado como miel y no lo es. Por eso es tan importante que se aclare» en la etiqueta. Esa cuarta parte «que no es miel no sabemos cómo llamarla», apuntó. Se trata de «siropes de maíz o de arroz o melaza de remolacha», que forman un «edulcorante con la miel como base». «No tiene nada que ver con cualquier miel producida por cualquier apicultor en el Estado. Es un fraude de ley».

En este contexto, los apicultores quieren que la propuesta del Gobierno etiquetado concrete más: «Como productores queremos saber dónde se produce la miel, no cuál es el lugar de envasado. Es un detalle muy importante. También pretendemos que se indique si la miel se ha calentado, porque la miel no necesita pasteurización para conservarse y la industria utiliza este proceso para mezclar mieles». A esto se añade «la ultrafiltración, que elimina todo el polen» que contiene el producto, destruyendo cualquier rastro de origen. «De este modo es muy difícil que se sepa el origen. Esto sí que es un fraude y, como ha sucedido en otros sectores, hasta que no se da la voz de alarma no se hacen las cosas de manera correcta».

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