Del Reguero: «La pérdida de miles de legajos es ya una evidencia»
El Club Xeitu ha pedido en reiteradas ocasiones a la Junta —desde que en 2013 la empresa entró en liquidación—, que salvaguarde su patrimonio mueble y documental. «Lo hemos hecho por conciencia y por la responsabilidad de cumplir uno de nuestros fines fundacionales», defiende Víctor del Reguero, secretario del club. El historiador asegura que en todo este proceso han estado «solos» y deja claro que ni la administración ni los cargos locales «han hecho ni dicho nada» a pesar de que «el problema es de dominio público en las cuencas».
Víctor del Reguero lamenta que la ley no les permite hacer más. «Lo que tampoco queremos, debemos, ni podemos hacer es entrar en una propiedad privada y robar los legajos», precisa al tiempo que manifiesta que esta tampoco sería una solución. «Ese material debe ser recogido y salvaguardado por la administración pública, como determina la legislación de patrimonio cultural», advierte. El secretario de Xeitu insiste en que desde el club han insistido de manera reiterada a la Consejería de Cultura sin resultados. «La pérdida de miles de legajos es ya evidente en todos los grupos mineros e inmuebles de la empresa, pero estamos especialmente preocupados por el fichero de trabajadores de la empresa, que tiene un alto valor histórico».
Defiende que es deber de la Junta garantizar su conservación íntegra y la puesta a disposición pública en los centro que integran el sistema archivístico. El escritor sostiene que el fichero de trabajadores contiene todo y es un reflejo de la vida y la sociedad de León durante más de un siglo. «Su importancia a nivel colectivo está clara y es un testimonio único que, de perderse, supondrá la pérdida de una importante memoria común».
Añade que, desde el prisma individual, permitirá a las familias y herederos de los antiguos trabajadores conocer las vicisitudes de sus antepasados e incluso puede enseñarles un rostro que no han visto nunca. «El fondo conserva fotografías que en no pocos casos no tienen ni siquiera las propias familias», argumenta.