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Se busca descendientes de la ferrería de San Blas

El Museo de la Siderurgia y la Minería, en Sabero, quiere localizar a los familiares de los trabajadores de la fábrica de hierro. El profesor universitario e investigador Javier Revilla ha desentrañado parte de la historia de aquellos hombres y mujeres con un minucioso estudio de los libros parroquiales de la época

Fotografía antigua de la Ferrería de San Blas.

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DIARIO DE LEÓN | ICAL

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El Museo de la Siderurgia y la Minería de Castilla y León ha iniciado, 170 años después del fin temprano de la Ferrería de San Blas, la búsqueda de los descendientes de las personas que hicieron posible, con su trabajo y esfuerzo, que la industrialización llegara a esta parte de la provincia de León, en el valle de Sabero. El profesor universitario e investigador Javier Revilla ha desentrañado parte de la historia de aquellos hombres y mujeres con un minucioso estudio de los libros parroquiales de la época, lo que le ha permitido poner nombre y apellidos a más de un centenar de ellos.

Con este trabajo previo y la coordinación de Revilla, el museo propone a todos aquellos interesados en conocer su “pasado ferrón”, integrarse en un grupo de trabajo que rastree este pasado en base a los apellidos y la procedencia de sus padres, abuelos y bisabuelos. Los interesados deben de inscribirse previamente en el museo, donde se les entregara una ficha genealógica que deben de cumplimentar antes de acudir a la primera reunión del grupo de trabajo que tendrá lugar el miércoles día 13 a las 17 horas.

A mediados del siglo XIX el Valle de Sabero acogió un gran proyecto empresarial, la primera siderurgia moderna de España, que levantó todo un complejo al estilo de los existentes en Europa y cuya ambición era proveer a España del hierro que necesitaban las incipientes infraestructuras ferroviarias y urbanas que comenzaban a extenderse por el país.

La implantación por parte de la Sociedad Palentino Leonesa de esta industria trajo consigo la contratación de más de dos centenares de trabajadores, que durante casi dos décadas operaron en las minas, los hornos altos y los talleres de la sociedad. Estos trabajadores mineros y siderúrgicos procedían en parte de la comarca de Sabero, que en aquellos años tenía muy poca población, pero también de otros muchos lugares de España y del extranjero.

De esta forma, la comarca de Sabero fue testigo de un fenómeno migratorio de gran importancia, llegando a la misma decenas de trabajadores procedentes de otros lugares con gran tradición siderúrgica como Málaga o Santander, que incluso dieron lugar a barrios nuevos, como el Barrio del Perchel, en recuerdo al barrio malagueño del mismo nombre. También ingenieros y técnicos procedentes de Francia e Inglaterra se asentaron en la localidad para aplicar en la fundición sus conocimientos sobre el funcionamiento de las nuevas máquinas importadas y de los nuevos procesos implantados.