INICIATIVAS ECONÓMICAS
El sello Reserva de la Biosfera abre Europa a la apicultura leonesa
El entorno natural, la calidad y un precio competitivo son las claves para la exportación
La calidad de la miel que se produce en la provincia y un precio competitivo son las claves para que los apicultores consiguieran sacar su producción a la Unión Europea (UE). En un mercado en el que imperan las ventas a granel a las grandes compañías, algunos productores locales han sabido crear marca en un sector que se ha profesionalizado en León —especialmente en los últimos años— y busca eliminar intermediarios para lograr un mayor beneficio. El sello Reserva de la Biosfera aporta un plus de calidad, aunque sean muy pocos, una media docena, los que de momento lo utilizan.
Según datos de la Junta de Castilla y León, en la provincia existen 150 apicultores profesionales, actividad que se desarrolla principalmente en la montaña y, por lo tanto, en las reservas de la biosfera, por lo que podrían ser muchos más los que se aprovecharan de una figura que otorga la Unesco en reconocimiento del patrimonio natural y el uso sostenibles del entorno y cuya marca está regulada por Real Decreto.
El apicultor Nacho Rodríguez es uno de los que han visto en el sello Reserva de la Biosfera un marchamo de calidad. La miel que obtiene de sus colmenas en la baja Omaña lleva el sello de la Reserva de la Biosfera Valles de Omaña y Luna como garantía de origen. Rodríguez asegura que sus contactos con los distribuidores para Europa son fruto de la casualidad. Es el caso de una empresa alemana, «que nos pedía miel ecológica», sello del que carecen los colmenares que trabaja con su mujer. Sin embargo, «nos pidieron la ubicación de los colmenares y les gustó».
Ubicaciones que permitirían cumplir con una producción ecológica por la que no han optado —por situarse lejos de cultivos y grandes infraestructuras— y un análisis del producto que convenció a la distribuidora germana, aunque este último aspecto no lo cite el productor. Con todos los aspectos cualitativos a su favor, las malas campañas de los últimos años prácticamente han impedido la salida de miel, pero la puerta está ahora abierta.
A la búsqueda de mieles ecológicas se sumó una segunda casualidad. La fabricación de caramelos «con una empresa de Lérida» le introdujo en Francia, país al que ahora vende la mayor parte de su producción de tintura de propóleo. Rodríguez apunta la satisfacción de su comercializadora francesa, con un producto «a precios muy competitivos», un 50% con respecto a lo que podrían comprar en el mercado galo. Así, «se han concatenado dos casualidades», que han permitido a la envasadora Los Izanes cruzar los Pirineos, superando su mercado en León, Asturias, Cantabria y el País Vasco. «En realidad, han venido a buscarnos», señala Nacho Rodríguez. Las comercializadoras europeas de miel «vienen buscando calidad» y la encuentran en el norte de España. «Existen dos formas muy diferentes de trabajar la apicultura, según se trate del norte o del sur y a los europeos les gusta más nuestro modelo».
PEQUEÑAS ENVASADORAS
El viaje comenzó cuando Rodríguez y su mujer, Raquel Fernández, buscaron una salida a su producción. «Aquí funcionamos muchos por bidones», indica señalando la venta a granel. Salir de las grandes comercializadoras supuso seguir el camino de las pequeñas envasadoras. «Quitamos la mayor parte de la venta al por mayor y a los intermediarios para sacar algo más que el coste de producción», apuntó. En caso contrario, mantener su actividad apícola como principal fuente de ingresos para la familia les obligaba a trabajar un millar de colmenas y entrar «en una línea de trabajo de 2,70 a 3 euros el kilo», motivo por el que optaron «por la calidad y vender bien. Al final es lo que importa».
Rodríguez dispone de 400 enjambres y comparte el envasado con un compañero, David Manceñido, que cuenta con su propia explotación, de similares dimensiones.