Todos los ejemplares tienen microchip para su seguimiento
Las capturas se realizan en otoño, antes del desmogue (muda de cuernos) de los machos, cuando las crías han terminado la lactancia y está garantizada su supervivencia al ser apartadas de sus madres. Se hace colocando redes en los cercados, donde quedan atrapados, y se les traslada en cajones individuales a la unidad veterinaria donde se les realizan análisis de sangre y las pruebas de tuberculosis, una de las principales enfermedades que afecta a la especie, junto a la moscarda, que está reduciendo la población en algunas zonas hasta un 90%. El objetivo de este centro reducir al máximo las enfermedades que afectan a la especies. Tras comprobar el estado de los animales, analizar sus heces, y tomarles las medidas biométricas (peso, longitud, hocico, cola, oreja..), se les mide la cuerna —en el caso de los machos adultos— y se les coloca un microchip, similar al de los perros domésticos, así como un crotal los que se vayan a quedar en el centro para su posterior seguimiento. También, a algunos ejemplares se les colocan collares transmisores en las cuernas para localizarlas cuando se desprenden de ellas. Después cada ejemplar es llevado al cercado correspondiente para su seguimiento, mientras que los que son destinados a la venta se ponen en cuarentena para asegurarse de que llegan libres de enfermedades a su destino.