Investigadores leoneses y asturianos hallan un colangiocarcinoma en un oso pardo
Se trata de un cáncer de las vías virales que afectan a ejemplares de avanzada edad
Un equipo de investigadores de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de León (ULE) y del grupo de Nutrición y Sanidad Animal (NySA), del Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario de Asturias (Serida), ha descrito uno de los pocos casos encontrados de colangiocarcinoma hepático en un oso pardo.
Según el trabajo publicado en The Journal of Wildlife Diseases (JWD), al que ha tenido acceso Efe, hay muy pocos casos reportados de este cáncer de las vías biliares, que conectan el hígado con la vesícula y con el intestino delgado, en estos animales: uno en un oso polar de 35 años (Ursus maritimus), uno en pardo del Himalaya (Ursus arctos isabellinus) y dos en perezosos (Melursus ursinus).
Concretamente, la investigación —firmada por Ana Balseiro, Luis José Royo, Elena Gayo y Juan Francisco García Marín— describe las características macroscópicas e histopatológicas de un colangiocarcinoma hepático con metástasis en una osa parda cantábrica de 21 años encontrada en el Principado de Asturias en abril de 2015 en muy mal estado.
No en vano, según explican, el animal murió al día siguiente con 44 kilos, el pelo áspero y atrofia muscular generalizada.
Los colangiocarcinomas tienen un patrón de crecimiento invasivo y, generalmente, acaban afectando a ganglios linfáticos, pulmones y a la cavidad peritoneal.
Las metástasis óseas encontradas en su codo izquierdo no había sido previamente descritas en osos, según el artículo.
En este sentido, solo han sido reportadas en un perro en la cresta ilíaca y fémur; mientras que en humanos se han hallado en mandíbula, húmero y escápula.
La incidencia del colangiocarcinoma aumenta con los años y, entre sus causas, se ha sugerido la parasitosis por los trematodos Opisthorchis viverrini y Clonorchis sinensis, infección viral, la predisposición genética, la ingestión de sustancias tóxicas y los hábitos alimenticios.
Este informe confirma una posible causa de mortalidad en osos de edad avanzada no relacionada con la actividad humana, es decir, con la caza ilegal, enfermedad infecciosa u otras causas.
El estudio ha sido financiado por el Plan de Ciencia, Tecnología e Innovación en Asturias 2018-2020 y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (Feder).
El estudio dental muestra que este animal tenía 21 años cuando murió, la mayor longevidad reportada en osos pardos de la Península Ibérica. «Este caso evidencia la existencia de ejemplares viejos que pueden ser el resultado de la recuperación constante de la población de oso pardo euroasiático en la Cordillera Cantábrica», concluyen los investigadores.