Lavado de cara en los Altos Hornos
La Junta consolida la histórica estructura de los restos con una intervención para eliminar la maleza acumulada entre los ladrillos y aplicar un tratamiento para evitar su reproducción
La Junta de Castilla y León, a través de la Dirección General de Patrimonio, ha procedido al lavado de cara de parte de los restos de los Altos Hornos de la Ferrería de San Blas que presentaban desperfectos ocasionados por la dura climatología de la zona, especialmente la nieve y las intensas lluvias, para consolidación de las estructuras históricas, eliminando maleza de entre los ladrillos y el tratamiento con herbicida para evitar que rebroten. Los trabajos han sido efectuados por la empresa Decolesa y han tenido una inversión de 4.500 euros, según han señalado responsables de la administración.
Principalmente las actuaciones han estado dirigidas a los restos que, popularmente, se conocen como ‘El Huevo’, estructura del segundo alto horno de la Ferrería que, con el paso de los años sin intervención alguna, iban desprendiéndose algún ladrillo y creciendo la maleza entre ellos.
El pasado año, la Dirección General de Patrimonio Cultural, se comprometió en el encuentro Patrimonio Minero Común celebrado en el MSM a promover la excavación arqueológica y puesta en valor de los Altos Hornos, aún no llevada a cabo, cuyos trabajos consistirían en la excavación arqueológica del espacio en el que se asentaban los dos hornos altos con los que contaba la ferrería, así como los talleres de fundición y moldeado. Sacar a la luz estos restos arqueológicos permitirá conocer cómo era exactamente esta zona de la industria siderúrgica e interpretar mejor el conjunto de la Ferrería de San Blas, ya que hasta la fecha, la mitad de la fábrica, la correspondiente a la zona de fundición, permanecía sin intervención alguna, lo que dejaba a medias el proyecto museístico iniciado hace ahora diez años.
Los hornos altos de la Ferrería de San Blas de Sabero, contó con dos alto hornos y fueron los primeros en España en utilizar como combustible para obtener calor carbón de cok. El primero de ellos se empezó a construir en 1846 y se terminó en 1847. Sus dimensiones exteriores eran de aproximadamente 15 metros de alto por 8,5 de diámetro del macizo.Su capacidad máxima de producción diaria llegó a ser, según declaraciones de uno de los propietarios de la Ferrería, Miguel de Iglesias, de unos 200 quintales, es decir, de 9200 kilogramos diarios.
El segundo horno alto se empezó a construir pocos años después de la puesta en marcha de la fábrica, aproximadamente en 1850 y entró en funcionamiento en 1860 tras superar diferentes problemas.
Este horno ligeramente más grande que su compañero, tenía según referencia de Miguel de Iglesias en torno a los 16 metros de altura y 10 ,5 metros de anchura.En los restos aún se puede ver todavía una placa de hierro fundido con las iníciales S P L, de la Sociedad Palentina Leonesa, las cabezas de algún bulón para el zunchado del macizo que rodeaba a la cuba, e incluso dos barras de hierro laminado hincadas en el macizo y que sujetaban la timba en la zona anterior al crisol. Los restos conservados actualmente de los hornos altos de la Ferrería de San Blas corresponden efectivamente a los de este segundo horno y consisten en un muro de contención en piedra sillería que sirvió y sirve para sujetar el terreno del desmonte, así como parte del puente de carga que se apoya en la base sobre un machón del macizo, compuesto por un arco coronado en su parte superior con un círculo perfecto conocido popularmente como el huevo.
El extremo superior descansa sobre el antiguo puente de carga, del que se conserva parte del arranque de uno de los arcos de los tres que constituían esta parte del puente que comunicaba ambos hornos.
La primera colada que «arrojó» este horno fue de 50 a 60 quintales de lingote, cerca de 3000 kilogramos.