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Curiosidades

Un vecino de Laciana escapa del ataque de un oso en Villager a 700 metros de las casas

José Manuel Rodríguez se vio obligado a subirse a un árbol para salvarse cuando paseaba por el camino El Fontanal

Villablino

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La presencia de osos vuelve a hacerse patente en Laciana, una comarca en la que los avistamientos son cada vez más frecuentes y dan fe de la consolidación de una población que, aún en peligro de extinción, ya cuenta con unos 280 ejemplares en la zona occidental de la cordillera. De esta experiencia sabe José Manuel Rodríguez, vecino de Villablino, quien el pasado lunes fue objeto de un ataque por uno de estos plantígrados cuando paseaba por el camino de El Fontanal, a apenas 700 metros de las viviendas de la localidad. Se trata de un hecho extraordinario, muy poco habitual, y que obliga a reflexionar sobre la necesidad de aplicar protocolos para instruir a la población en estos núcleos donde la presencia del oso es cada vez más activa.

Según explica Rodríguez, los hechos ocurrieron a las 17.30 horas del pasado lunes, cuando paseaba por el paraje y escuchó un ruido que le hizo parar. «De repente lo ví», a 30 metros de distancia un ejemplar que, de primeras, se quedó tan paralizado como él. Fue entonces cuando, según relata el afectado, «el oso emitió un ruido fuerte y se puso de pie, para después correr tras de mí». En este momento, José Manuel Rodríguez «solo pensaba en salir de ahí por la zona de los raíles» que se encuentran en la margen izquierda del camino y que desembocan en una zona arbolada. «Salté por ahí, era difícil para mí, pero también se lo quería poner difícil al plantígrado», explica este vecino lacianiego mientras muestra el lugar por donde consiguió escapar del alcance del oso. Para evitar problemas mayores, Rodríguez decidió afianzar las distancias subiéndose a un árbol cercano. Desde allí, vio como el oso se quedaba en los raíles «para descargar su furia». La maniobra fue suficiente para quitarle las intenciones al oso y José Manuel esperó prudentemente unos minutos para huir de la zona en sentido contrario a la marcha del animal. «Ahora estoy bien —aclara— pero en esos momentos tuve mucho miedo y sólo pensaba que el oso me iba a echar la zarpa».

Rodríguez describe al oso como un ejemplar de gran tamaño y pelaje marrón oscuro, aunque desconoce si macho o hembra. Los expertos de la Fundación Oso Pardo le han explicado que este tipo de comportamiento agresivo ha podido corresponder a un macho en celo o una hembra en defensa de sus crías.