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Estudian la influencia de la meteorología en los daños que causa el oso cantábrico

Investigadores del CSIC concluyen que los asaltos a colmenas y frutales se disparan durante la hiperfagia

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León

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Es la primera vez que se realiza sobre el terreno un estudio que ayude a entender el comportamiento del oso pardo en la Cordillera Cantábrica, y los distintos factores que influyen en los daños que puedan provocar en su incesante búsqueda de alimento.

El Grupo de Investigación del Oso Pardo Cantábrico (www.cantabrianbrownbear.org), formado mayoritariamente por investigadores del CSIC, estudiantes y técnicos de campo ha concluido un estudio que ha sido publicado por la prestigiosa revista británica de divulgación científica Journal of zoology, que arroja una valiosa información sobre el comportamiento de los plantígrados, lo que puede ayudar a anticipar los daños que ocasionan en el entorno, y que de alguna manera generan cierto grado de conflictividad con la población local que vive en los territorios oseros. «El incremento de ejemplares en la Cordillera Cantábrica tiene que ser compatible con las zonas humanizadas, no es como en Alaska, donde los osos no se encuentran jamás con la presencia humana, por eso esta información sobre su comportamiento es altamente valiosa para anticipar posibles daños», explica uno los autores del estudio, Vincenzo Penteriani.

Este investigador del CSIC, que lleva años estudiando cada rincón de la Cordillera Cantábrica, asegura que el oso pardo «es un animal muy tranquilo y puede acostumbrarse bien a los paisajes humanizados, lo que hay que conocer son los factores que pueden influir en su comportamiento» .

Por lo que se refiere a los daños, las peor paradas son las colmenas, seguidos de los frutales y, con muy poca incidencia, el ganado. «El oso no es especialmente carnívoro y prefiere estar lejos de los centros humanos y de las explotaciones ganaderas», explica Penteriani.

Más daños en la hiperfagia

Otro factor a tener en cuenta a la hora de analizar los daños es la etapa del ciclo vital del oso en el que se encuentre el ejemplar en ese momento . Según los estudios de este grupo de trabajo los ataques se disparan en la época de hiperfagia, que coincide con el otoño, que es cuando el oso busca alimento desesperadamente y consume grandes cantidades de alimentos de elevado valor calórico, incrementando su capa de grasa para el reposo invernal. Durante la hibernación, a penas se producen daños por su escasa actividad, que se recupera entrada la primavera coincidiendo con su época reproductora.

Otro de los factores, y quizás es el que más hay que tener en cuenta, es la cantidad y la calidad de alimentos que tiene a su alcance, como frutos del bosque. Cuanto más y mejor alimento encuentra por el campo, menos necesidad tendrá de recurrir a las colmenas o a los árboles frutales. Esa calidad y cantidad está muy condicionado por la meteorología. Por ejemplo, un año de sequía, en el que la naturaleza no da el alimento que precisa la especie, se disparan los ataques.

Los ataques también dependen de la subpoblación de osos -en la Cordillera Cantábrica existe la oriental y la occidental-. Por ejemplo, en la subpoblación occidental la temperatura media anual entre abril y agosto influyó negativamente en el número de daños a colmenas y a ganado, probablemente debido a que estos indicadores climáticos influyeron negativamente a la polinización y, por tanto, a la productividad en el medio natural. En cambio, el efecto de estas variables fue el contrario para daños a árboles frutales en la subpoblación occidental y a colmenares en la oriental, ya que al aumentar la actividad polinizadora se genera más miel en los colmenares y hay más producción en árboles frutales, atrayendo a los osos hacia estos recursos. También se comprueba cómo influye la productividad de diferentes frutos en la zona a la cantidad de conflictos, revelando el efecto negativo de una menor producción de cerezas, manzanas y arándanos en todos los tipos de daños en ambas subpoblaciones. Sin embargo, para los daños a colmenas en la subpoblación occidental se comprueba que esta relación fue positiva, pudiendo deberse a que la atracción de los osos a estos cultivos de manzanos y cerezas en años con alta producción les sitúe más cerca de los colmenares, favoreciendo los daños de este tipo.

« En resumen, la fluctuación en la disponibilidad de alimentos naturales puede explicar la frecuencia de los conflictos , lo que lleva a aplicar la prevención de medidas en los daños causados por los carnívoros a los bienes y actividades humanas en las estaciones y años en que esta disponibilidad natural es menor de lo habitual, y así como a proteger mejor las que les causan una mayor atracción», concluye el estudio.

«Gracias a toda esta información podemos saber que el oso está ocupando lugares que sabíamos que iba a ocupar, lo que nos permite tomar medidas y anticiparnos a posibles daños», explica Penteriani.

Este investigador valora la evolución que el oso pardo ha tendido desde los años 90 en la Cordillera Cantábrica. «Se ha recuperado muy bien la especie, de una manera natural, sin tener que recurrir a reintroducciones como en otros lugares», concreta.