LEÓN DESDE LA CORTE/ David Fernández
Villalba apuesta por «el futuro frente al victimismo»
Acabar con el victimismo de Castilla y León, apostar por una comunidad integrada social, territorial y económicamente y poner en marcha políticas de futuro centradas en desarrollo de las personas son las señas de identidad del proyecto con el que el PSOE acudirá a las elecciones autonómicas del año que viene. Así lo expuso esta semana en la Casa de León en Madrid el secretario general de los socialistas de Castilla y León, Ángel Villalba, el candidato que el PSOE ha elegido para acabar con la hegemonía del PP en la comunidad desde 1987. Arropado por los parlamentarios leoneses y castellanos en Madrid y con el estilo tranquilo y sin estridencias que caracteriza al partido socialista desde que José Luis Rodríguez Zapatero llegó a la Secretaría General, Villalba esbozó un análisis de la realidad autonómica marcada por la falta de iniciativa desde las instituciones gobernadas por la derecha para poner en marcha políticas que garanticen el desarrollo de la comunidad y su vertebración. Con datos en la mano, Villalba recordó la pérdida de población desde 1986 -durante la etapa de gobierno socialista 1981-1986 Castilla y León ganó 23.000 habitantes-, la nula modernización de la economía autonómica, que «no crea empleo al ritmo necesario», a lo que se une el éxodo de «los jóvenes, de la generación mejor preparada de nuestra historia» -90.000 licenciados han dejado Castilla y León en los últimos años- y, el dato más dramático de todos: según la agencia europea Eurostat, Castilla y León fue la comunidad autónoma con menor crecimiento económico en el periodo 1995-2000. Justo el periodo de mayor crecimiento de la economía española en los últimos 25 años. A juicio de Villalba, Castilla y León está sumida en una situación de falta de expectativas creada por tres motivos fundamentales: la «pésima gestión política durante muchos años», la «falta de liderazgo de las instituciones de la comunidad» y «el absentismo de la sociedad civil». Esas circunstancias, unidas a la «demagogia» de quienes defienden «el aislamiento y la confrontación» de León en el seno de la comunidad, han construido, según Villalba, una región que se resigna frente a un horizonte escasamente hala-güeño. Ante a esa situación, la propuesta socialista para Castilla y León parte de una premisa fundamental: «No está escrito en ninguna parte que nuestro destino nos lleve a ser una comunidad desvertebrada territorial y socialmente y atrasada económicamente». Un mensaje positivo y optimista que implica la imprescindible renovación que necesita la política leonesa y castellana, desde hace mucho tiempo sumida en el pesimismo y la resignación, provocados en gran medida por las actitudes de políticos conservadores que sólo apelan al exterior y se niegan a buscar soluciones a los problemas de la comunidad en la propia comunidad. Villalba no habló en su discurso de nada que no tuviera que ver con Castilla y León, no se comprometió a conseguir ayudas y subvenciones, o a negociar con Madrid o con Bruselas la puesta en marcha de un plan que acabe con la inacción de la comunidad. Lejos de esas actitudes, el líder socialista apeló a la capacidad de los leoneses y castellanos para romper el «ensimisimamiento» y el «aislacionismo» provocados por «la escasa relevancia de nuestro papel en el contexto nacional y por la falta de una política adecuada de acción exterior». Así, el PSOE apuesta por «establecer relaciones de igualdad con otros territorios y acordar alianzas estratégicas para ganar protagonismo en el conjunto del Estado». Por fin el mensaje político cambia las subvenciones por acciones y la ayuda por cooperación. El discurso de Villalba en la Casa de León dejó claro que los socialistas están decididos a poner a las personas por encima de las piedras. El líder socialista apostó por seguir mejorando las infraestructuras de la Comunidad -alabó las mejoras de los últimos años, aunque las consideró insuficientes-, pero dedicó la mayor parte de su discurso a hablar de personas: de la necesidad de modernizar los sectores productivos a través de los emprendedores y la integración real de las mujeres en el mercado laboral; del apoyo a los jóvenes para que se queden en Castilla y León y tengan hijos cuya educación pública y gratuita esté garantizada desde su nacimiento; de la apuesta por las nuevas tecnologías en las casas, escuelas y empresas, para «construir el futuro»; o de la seguridad, tanto ciudadana como socioeconómica, que garantice la libertad y la igualdad de oportunidades a todos los ciudadanos de la autonomía independientemente de su capacidad económica o de su lugar de nacimiento o residencia. En definitiva, Villalba expuso su proyecto de defensa del Estado del Bienestar y su apuesta por mirar al futuro, «a la conquista del siglo XXI», en una comunidad vertebrada y descentralizada, que acerque la política a los ciudadanos y acabe con el clientelismo de los últimos años (el reparto de las ayudas rurales es el último ejemplo). Sólo fue un esbozo. Ahora, Villalba y su equipo, si quieren ganar las elecciones, deberán plasmar en un programa electoral un proyecto realizable para que Castilla y León recupere la ilusión y abandone su perenne y paralizante victimismo.