OPINIÓN Jesús López de Uribe
El silencio de los corderos
Los regantes se quejan desde hace tiempo de que la gestión de la Confederación Hidrográfica del Duero se limita sólo a recaudar dinero y a no arreglar los problemas que se repiten año tras año, pese a los avisos de las comunidades que los agrupan. Y es que dicen que en la CHD poco ha cambiado desde «los tiempos del abuelete», como dice Matías Llorente, y que necesita «una reforma y una adaptación a la situación actual». Sin embargo, en la junta de desembalse de los pantanos del Porma y Riaño del miércoles pasado, pocos representantes de los regantes levantaron la palabra pese a ver cómo la CHD se reserva casi la tercera parte de lo que tiene embalsado Riaño «para caudal ecológico», a sabiendas de que la situación es de una falta de agua desesperante en el campo. Sólo Llorente, apoyado de forma tímida por Lupicinio Rodrigo, forzó la situación para que la CHD se lo piense a fin de mes en Valladolid. Algunos tienen miedo a las represalias de la CHD, como ocurre con la amenaza del Páramo Bajo, pero callándose tampoco conseguirán nada.