Diario de León

VEGAMIÁN

Vivos por encima de todo destierro

Fieles a su cita anual, los vecinos del desaparecido Vegamián se reunieron ayer en Pardomino, como cada 16 de junio de los últimos 37 años, para honrar a San Antonio de Padua, el patrón de este pueblo desaparecido hace casi cuatro décad

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María Carnero - PARDOMINO.
León

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A pesar de que a primeras horas de la jornada festiva la participación estuvo ciertamente amenazada por la cita mundialista de la selección española, el reencuentro se fue reforzando a lo largo del día. Familias enteras procedentes de León, Asturias, Bilbao, Madrid, Valladolid y México, entre otros rincones, fueron llegando a Pardomino, equipados con todo lo imprescindible para sobrevivir a un caluroso día de campo. Sombrillas, sillas y mesas, hamacas y neveras, -llenas de cosas ricas-, se fueron desplegando para hacer que no falte de nada en la celebración del esperado reencuentro de los vecinos y descendientes de un pueblo que ya no aparece en ningún mapa pero que es imposible de borrar de los corazones de cuantos estaban allí. Después de procesionar a San Antonio de Padua desde Boñar hasta el lugar de encuentro de los romeros, en Pardomino, se condecoró a los padrinos de la fiesta de este año. Julio Díaz y Tinina Martínez, el matrimonio homenajeado ayer, presidieron homocionados la eucaristía celebrada por Felipe González, hijo de Vegamián y actualmente obispo en Orioco (Venezuela), quien con unas palabras nacidas desde el recuerdo logró expresar el sentir de todos. Después de la bendición, torta de San Antonio y mistela para abrir boca a la comida familiar que se celebró en la explanada. Los juegos para los niños, los bailes, -a cargo del grupo Andadura-, la música tradicional de La Ribera, los bolos, las dianas y el concurso de fotografía completaron una jornada en la que lo más importante fue el encuentro de las gentes de un pueblo que ayer demostró, una vez más, que está más vivo que nunca. Prueba de ello es la celebración de esta fiesta, auténtico legado de padres a hijos, cada año, y ya van 37, desde que las aguas del pantano del Porma acabaran con la existencia de este y otros ocho pueblos. Muestra del sentir de gran parte de los vecinos de este pueblo es el fragmento de la poesía de uno de sus hijos, Tomás Chueca Carbajo, quien a través del escrito Vegamián, pueblo que grita en silencio, ha sabido plasmar con unas emocionantes palabras los sentimientos y las añoranzas de todos los habitantes de esta localidad perdida bajo las aguas. Vegamián, con que soledad estás, bajo las aguas frías tu resplandor nos das. El recuerdo de tus hijos en el Corazón te llevas, por ser un pueblo de paz y leyenda. En la iglesia Santa Marina las piedras llorando están, encima de todo el lodo para el cementerio van, el nido de la cigüeña no se vuele a ver más.

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