Es la «solución a un hecho poco positivo», dice Lorenzo

Lorenzo apuntó ayer que «este -en referencia al conflicto entre seminaristas y rector- es un acontecimiento poco positivo al que le hemos querido buscar una solución, y parece que de momento la mejor era ésta», en relación a la renuncia de Centeno, al que agradeció, no obstante, «su abnegado trabajo». El prelado recordó que Centeno ya manifestó en su momento que los cargos dependientes del Obispado «no son vitalicios», aunque admitió que si no se hubiese producido el desencuentro entre los estudiantes y el entonces rector «a lo mejor no se había pensado en cambiar». En cualquier caso, Lorenzo matizó que, aunque no sea habitual que el obispo asuma la responsabilidad gestora del seminario, ya otros le han precedido en esta función «incluso en esta diócesis, creo recordar», dijo. Incidió en que desarrollaría esta función «por tiempo limitado», y con la colaboración del vicerrector, Javier Gay, y del director espiritual, Avelino de Luis. La marcha de diez de los once alumnos del Seminario Mayor de Astorga a mediados del pasado mes de mayo desembocó, a petición de los mismos, en la asunción por parte del obispo de la tarea de mediador para resolver las diferencias que aquéllos mantenían con Centeno, y que fueron achacadas por todas las partes a diferencias de criterio. Los jóvenes regresaron al centro a los pocos días, después de mantener conversaciones con el prelado, y se reincorporaron a sus quehaceres habituales. El único seminarista que no se sumó al abandono del centro como medida de presiòn para resolver el conflicto desarrolló sus tareas cotidianas durante la ausencia de sus compañeros.