Diario de León

CASTROCONTRIGO

El oro del valle del Eria

Manuel Carracedo Cadierno, natural de Castrocontrigo y residente en Madrid, ha aprovechado las visitas a su pueblo para elaborar una descripción de las explotaciones de oro que alberga el municipio, correspondientes a la época rom

Terreno que en su día ocupó la explotación de oro, localizada entre Castrocontrigo y Torneros

Terreno que en su día ocupó la explotación de oro, localizada entre Castrocontrigo y Torneros

Publicado por
Alberto Domingo Redacción - LA BAÑEZA.
León

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La visita a las explotaciones mineras comienza en el mismo Castrocontrigo, donde se debe tomar la carretera que lleva a Puebla de Sanabria. Pasado el kilómetro 73, al llegar a una curva muy cerrada o por el conocido camino del Calvario se llega a un castro, fácil de identificar por las antenas de telefonía móvil situadas allí. Desde el lugar se divisa la vega del Eria, Castrocontrigo -con su forma de cruz sobre cruz, que ha pasado al escudo del pueblo- y los altiplanos de la zona. Antes de la llegada de los romanos, existió allí un asentamiento, que los conquistadores adaptaron a la defensa de las explotaciones auríferas de la zona, así como a las tareas de construcción y mantenimiento de los canales que llevaban el agua hasta las diferentes explotaciones. El castro se sitúa en una planicie, rodeada casi completamente por un talud natural, hoy cubierto de castaños, sobre el que se edificaron los muros para la defensa. Para completar la defensa del lugar se excavó un foso de 180 metros de largo, según apunta Carracedo. El autor explica que en este campamento, información que ha contrastado en los libros La corona y el castro de corporales y La zona arqueológica de Las Médulas, se han encontrado restos de cerámica romana y de época anterior, así como algunas monedas. Desde aquí se divisa el paraje denominado como Las Murias-Los Tallares. Desde el Castro también se ve la explotación de oro que se extendía desde Castrocontrigo hasta las cercanías de Torneros de la Valdería. Fue una de las primeras que se abrieron en la cuenca del Eria. Las siguientes se abrirían río arriba. Según Carracedo, se trata del yacimiento de oro de mayor tamaño, después de Las Médulas, de la provincia de León, y apunta a que allí se removieron más de ocho millones de metros cúbicos de tierra -en las médulas se movieron doscientos veintiocho-, de un aluvión formado en el Cuaternario, cuya profundidad alcanzó hasta los ocho metros El sistema de explotación El oro se encontraba libre, entre los sedimentos del río. En ocasiones, la corriente dejaba libre algunas pepitas que los primeros pobladores de la zona utilizaron para enjoyarse. Posteriormente, siempre citando a Carracedo, los indígenas comenzaron a extraerlas mediante lavado, hecho que no pasó inadvertido a los romanos, quienes utilizaron técnicas más avanzadas y sistemas de explotación a gran escala. Los romanos se sirvieron de una serie de surcos convergentes, por los que corría el agua, para arrastrar la tierra y luego separar el oro. A los lados de estos cauces quedaban los estériles -cantos romanos que se quitaban a mano-, amontonados en murias, que se pueden apreciar hoy. Los canales convergían en uno solo, que llevaba la mezcla de lodo y oro hasta los lavaderos. Las conducciones de agua se pueden visitar llegando hasta el paraje de la Fervienza, en Torneros. En realidad, hoy no es más que un camino, que, durante siglos, se ha hecho sobre el trazado del canal, que llegó hasta Morla Las Murias Otra explotación que se puede visitar es la de Las Murias. La travesía comienza en el kilómetro 4,5 de la carretera de Castrocontrigo a Truchas, donde se coge el camino que lleva hasta un puente de madera para atravesar el Eria. Una vez se pasa el río, una cuesta conduce a Las Murias, situadas a la derecha del camino. A unos doscientos metros de la explotación y paralelo a ella transcurre el camino de Castrocontrigo. Manuel Carracedo explica que Las Murias están ocultas a la vista desde la distancia por un pinar y que sólo se puede apreciar el sistema de surcos, que superan los ocho metros de profundidad, y murias si nos adentramos en el mismo. Allí es posible observar el canal donde se unen los surcos, que termina en un cono de deyección.

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