El bandolero de Omaña es un preso fugado que vive solo en el monte

Al parecer, el bandolero habita en los montes de Omaña, que conoce a la perfección debido a su pasado como pastor. Esta circunstancia le ha permitido hasta el momento burlar a la Guardia Civil, que ya ha realizado diversas batidas en su búsqueda. «Conoce la zona al dedillo», apuntan fuentes de la investigación. La Guardia Civil también conoce al bandolero. Natural de Castrillo de la Cabrera, S.C.C., de 56 años de edad, ya perpetró una ola de robos muy similar en la zona de la ribera del Órbigo en 1996. En aquella ocasión, sí se dio con él, y el bandolero acabó en prisión. Pero tres años después salió de permiso y no volvió a su celda. Desde entonces, no se supo nada de él hasta hace un mes y medio, cuando comenzó la ola de robos en Omaña. Las características de los hurtos respondieron perfectamente al perfil del bandolero. Fue entonces cuando la Guardia Civil comenzó las tareas de búsqueda con patrullas de servicio y agentes de paisano. En dos ocasiones, un helicóptero ha rastreado la zona sin éxito. El dispositivo continúa, pero fuentes de la investigación admiten las dificultades de la operación. «Es una zona muy accidentada, y con los medios con los que disponemos no podemos hacer más», apuntan dichas fuentes. Pese a que se rumoreaba que el bandolero podría tener un cómplice, esta posibilidad está casi descartada. Actúa siempre solo. Vigila los domicilios desde las montañas a través de sus prismáticos, y cuando las viviendas quedan desocupadas, desciende vertiginosamente por la ladera para perpetrar el robo. No necesita demasiado tiempo. Ya lo ha hecho decenas de veces. Fuentes de la investigación apuntan que, pese a que sólo hay once denuncias de robo, ha podido actuar ya en unas 50 ocasiones. Otros robos Dichas fuentes advierten también de que podría haber algún hurto más que no fuera responsabilidad del bandolero. Es el caso de aislados robos de maquinaria que se han producido en los últimos meses también en la comarca de Omaña. «No es su estilo», aseguran. El bandolero suele preferir la comida, además de todo lo que encuentre a su paso durante sus atropelladas visitas a los domicilios omañeses.