Diario de León

CRÓNICAS PÉSICAS Pedro V. Álvarez Collar

Los veraneantes

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León

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Antaño cuando Laciana era el Valle de la Libertad, nuestros pueblos acogían durante el verano, aquellas personas que por una u otra causa hubieron de abandonar el terruño. Mayormente, los lacianegos emigraban hacia América, que era la manera de nombrar a paises como Argentina y Cuba, los paises preferidos de nuestros abuelos indianos. Dentro de la península, nuestros paisanos marchaban a buscarse la vida, principalmente a Madrid. Posteriormente, a partir de los años sesenta la emigración tuvo lugar hacia Francia, Alemania, Suiza -como otros miles y miles de leoneses y personas de otras partes del país- y dentro de la piel de toro continuó siendo Madrid uno de los lugares predilectos, pero también Cataluña y País Vasco, donde la industria empezó a crecer. En los tiempo que yo recuerdo había dos tipos de veraneantes, los que venían de su lugar habitual de residencia a nuestros valles, con la sana intención de echar una mano en las labores del campo, mayormente la recogida de la hierba o la siega del pan; y otros que venían ya avanzado el verano y lo hacían propiamente en plan de descansar. Los unos y los otros siempre eran bien recibidos, se reservaba para ellos lo mejor de sanmartino y nunca faltaba alguna machorrada o algo parecido de despedida... Hoy soplan otros vientos por estos montes y valles. Cambian las cosas Los veraneantes que recibimos son hijos, nietos y bisnietos de aquellos que un día abandonaron nuestro pueblo. Los acentos de sus voces son de todo tipo: madrileño, catalán, vasco, francés... Tienen algo de por aquí, pero ya no son hijos del terruño, por aquello de que se es de donde se pace... Así y todo, muchos de ellos llevan con orgullo el descender de este Valle de lágrimas en que se esta convirtiendo Laciana... Tenemos algunos de nuestros veraneantes asiduos a los que la vida (y el trabajo también) han hecho de ellos personajes famosos, conocidos de todos. Eduardo Arroyo, el gran pintor es el máximo exponente de nuestros ilustres visitantes, con casa puesta en Robles de Laciana, en la que pasa gran parte del verano. Laciana aún conserva visos del paraiso terrenal que ha sido durante mucho tiempo, aún guarda montes, ríos y valles que alegran la vista del que los visita. Pero para que todo esto continúe así, hemos de poner coto a los desmanes que, gentes que solamente saben ver el color del dinero están llevando a cabo en el nombre de un progreso que solamente a ellos beneficia. Así, nosotros debemos de influir en nuestros veraneantes para que colaboren en la defensa de nuestro patrimonio, por lo menos del patrimonio natural que hemos heredado de nuestros predecesores y que se están comiendo poco a poco... No olvidemos que los hijos, nietos y bisnietos de Laciana pueden hacer mucho en su defensa desde sus lugares de origen. Sino de otra manera si colaborando con aquellas organizaciones que a ello se dedican. Tampoco olvidemos que nuestros lacianegos ilustres pueden y deben, igualmente, hacer mucho en el mismo sentido. Que sería si cuando a Robles de Laciana acuden infinidad de vips (personas famosas o que dicen ser famosas), se les informase del problema-dilema existente en Laciana... Por ello, junto a los mejor de nuestros samaritanos -hoy menguados- demos a nuestros veraneantes la tarea de defender la tierra de sus abuelos. Seguramente mañana se sientan orgullosos de haberlo hecho...

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