Diario de León

RETABLO LEONÉS

Celadilla del Páramo, un alto en el camino

La localidad paramesa de Celadilla se prepara para festejar el próximo día 29 la celebración más popular, la fiesta de San Juan Degollado. Este refugio del Páramo ha logrado reconvertir sus formas de vida, adaptándose a los regadí

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Enrique Alonso Pérez - LEÓN.
León

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El Páramo, ese interfluvio estepario rescatado de su naturaleza secana hacia un regadío que enorgullece a quienes lograron el milagro, gracias a su tenacidad, a su voluntad y a la firmeza de su fe en un futuro prometedor, se recupera hoy de la lucha secular que tuvo el final feliz de ver correr el agua. Esa agua que cambió el rumbo de una población forjada en la dificultad que le ofrecía la aspereza de su tierra yerma y muchas veces baldía, y que soportaba la dureza del secano. Bien es verdad, que la capacidad humana para servirse de los recursos a su alcance, es infinita. Y esas grandes charcas y terrenos húmedos que en el Páramo se conocen como Braos, fueron debidamente aprovechados como abrevaderos estables u ocasionales, que ayudaron al sufrido campesino a distribuir el trabajo y el ganado en los lugares que consideraban más propicios. Después, los pozos, con sus complementos de norias y cigüeñales, llenaron el paisaje con los artilugios que señalaban su asentamiento. Las dificultades naturales, y los diversos contratiempos climáticos, iban siendo superados por la constancia de unos hombres que trabajaban de sol a sol y unas mujeres siempre dispuestas a apoyarlos en las situaciones más comprometidas, costara lo que costara. La nueva orientación que asumió la comarca del Páramo, tras las redentoras aguas del pantano de Luna, trajo consigo la caída hegemónica de algunos lugares como la emblemática Laguna de Negrillos, capitalidad indiscutible durante siglos. Hoy de todos es conocida la consolidación de Santa María del Páramo como un núcleo importante en el campo mercantil y de servicios, y aunque afortunadamente para quienes aún valoramos el encanto del caserío rural, Santa María conserva una buena muestra. Volver a Celadilla Hoy volvemos a recorrer estas tierras por enésima vez y disfrutamos contemplando esa vitalidad ganada día a día... Campos redimidos del secano y rebosantes de frutos ayer impensables; casas cuyo empaque y confortabilidad dicen a las claras el cambio de una sociedad otrora marcada por la penuria impuesta desde los parámetros de la escasez y la falta de promoción; gentes cuyos rostros reflejan la sana alegría de quienes disfrutan de un bienestar ganado a pulso, con el trabajo forjado a lo largo de los años. Lección de convivencia Hoy volvemos también a compartir un día festivo con las entrañables gentes de Celadilla del Páramo, aquel pueblo que nos acogió sin compromisos en los difíciles días de una larga y penosa posguerra contagiándonos de esperanza y enseñándonos la más alta lección de convivencia: la de compartir sin condiciones el pan suyo de cada día. Y hoy volvemos, finalmente, a rememorar con la fuerza, intensidad e ingenuidad de hace ya medio siglo, los buenos oficios religiosos en honor del santo patrón, dirigidos hace ya 44 años por Faustino Llamas, un párroco que desde su recordada casa leonesa de la botería de la calle Suero de Quiñones, pasando por el Seminario, recaló un 11 de febrero de 1958 en este pueblo del Páramo. Un pueblo que le enseñó a madurar verdaderamente su vocación sacerdotal. Y la inevitable nostalgia, nos hará recordar al recientemente desaparecido, señor Agapito, que dedicó gran parte de su actividad y larga vida al oficio de sacristán en todas cuantas solemnidades religiosas y festivas señalaron el ritmo vital de un pueblo con mucha solera.

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