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León

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Desde los primeros tiempos de la fundación de la parroquia de Celadilla del Páramo, allá por los albores de la Edad Media, la iglesia se consagró bajo la adscripción de san Juan Bautista. De esta manera, el pueblo paramés adoptó como patrono general al más ensalzado de todos los santos: el señor san Juan, del que su propio primo, el propio Jesús de Nazaret, decía: «no haber nacido otro mayor que él entre los hijos de las mujeres». Muchos fueron los pueblos, villas, y ciudades -entre ellas la propia capital leonesa- que instituyeron el patronazgo de este gran santo en su fiesta de nacimiento, el día 24 de junio. De hecho, este día se asocia en la actualidad con el santo. Pero otros, por el contrario, prefirieron honrar al Bautista en otra fecha del calendario; en el día de su degollación, el 29 de agosto del año 31 después de Cristo. Entre estos últimos, se encuentra nuestro querido pueblo de Celadilla del Páramo. No es de extrañar, pues, que las gentes se disputasen el beneficio de un patronazgo de lujo; la Iglesia, y sus mentores más destacados, como el leonés Padre Isla, presentaban la figura de San Juan de la siguiente manera: «El año de 5198 de la creación el mundo, seis meses antes de la encarnación del Verbo, hacia el fin del reinado de Herodes Ascalonita en Indumea, el último que ocupó el trono de los reyes de Judá, fue servido el Señor dar al mundo aquel ángel de quien dice el profeta Malaquías que había prometido Dios enviar delante de Jesucristo para prepararle el camino; aquel profeta, y más que profeta, como dice el Salvador, en quien se había de acabar la Ley y los profetas, aquel santo Precursor, en fin, del verdadero Mesías». Patrono de comunidades La muerte del Bautista, degollado por un vulgar capricho de la despechada y casquivana Salomé, en una de las muchas bacanales de una corte ya caduca y envilecida moralmente, había sido el desencadenante que sobrecogió al incipiente movimiento surgido de la doctrina de Cristo para adoptar a san Juan como patrono por excelencia de un gran número de comunidades cristianas, que en la actualidad continúan transmitiendo su doctrina por todos los rincones del mundo.

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