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CARTA TE ESCRIBO Martín Martínez

Sal y pimienta

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León

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Querido hermano: Se acabó. La fiesta continua que veníamos disfrutando, desde el pasado día 16, llegó a su fin. No voy a escribir que me alegro de este final, porque me tacharían más de cuatro, de retro pero, ciertamente, uno ya no está para estos trotes y ansía la calma y hasta la rutina. Ni tiempo he tenido, hermano, para leer el libro de Afrodisio Ferreiro, Amarás a tu tierra, por andar de zascandil de una a otra parte. Y como a uno le gusta hacer balances, en contra de las manifestaciones de algunas personas, pienso que estas fiestas del 2002, deben catalogarse como las mejores de la ciudad en los últimos 20 años; lo cual ha quedado de manifiesto en la gran concurrencia de público a los diferentes actos. Fue espectacular, brillante, y hasta aplausos arrancó, cosa difícil en Astorga, el desfile cívico del 18 hacia la catedral, con los gigantes, la mulassa y los grallers de Reus, los gigantes zamoranos y sus dulzainas, los de Astorga con la chifla y el tamboril; amén del empaque y el señorío, la gracia y elegancia de las valencianas con sus bellos trajes. Y no te digo nada deja falla, cuya plantá se efectuó en la plaza Mayor, que se convirtió en lugar de cita de todos los astorganos, para admirar el ingenio de la arquitectura efímera en la que una valenciana obsequiaba con jugosa naranja a la maragata. Lástima de fuego, pero así es la tradición, y su coña tuvo la resistencia de la figura de Aznar a ser pasto de las llamas, mientras Zapatero y Perandones se inmolaban en el fuego, que vete a saber si les resultará vivificador. Las presentaciones de libros, que todos los años tienen un apartado especial y específico, tuvieron un éxito fuera de lo común, con algunas ausencias demasiado notorias que, cada cual puede, o no,justificar. Hasta fuera de programa, ayer a mediodía, anduvimos azacaneados con El libro de Boisán, una delicia del Lobo Sapiens, rescatando raíces de todo un siglo para la memoria futura, en esas fotos comentadas por cerca de un centenar de personas. Gaudí, por algo era su 150 aniversario, llenó Las jornadas; desde la falla simbolizando el palacio episcopal, pasando por las exposiciones de la capilla de San Esteban, la de Sendo en la casa del Sacristán o la de Valle en la Biblioteca. Y no puedes imaginar el éxito de la llamada exposición activa, idea de Benito, sobre los oficios ligados a la obra gaudiana (o como se diga), con demostraciones, en vivo, de maestros y alumnos: allí estaban Renata y Abel, punzón en mano para labrar la piedra; Pablo, cual nuevo Vulcano volcado en la fragua; Martín Cordero modelando la arcilla de Jiménez;, las molduras modernistas en la ebanistería de Manolo y la albañilería de Valtuille, cerrando el ciclo con las vidrieras de Escarpizo y Pilar. Lecciones prácticas de artesanía que se convierten en arte; acierto pleno de quienes idearon la demostración y de los responsables municipales en aceptar la propuesta. Camino a seguir en años sucesivos, vistos los resultados, que oficios a rememorar abundan Las «Noches Poéticas», un éxito Como bien sabes, hermano, hoy hace 40 años, se apagó la voz de Leopoldo Panero. El Marcelo Macías quiso tenerlo presente con sus Noches Poéticas que llenaron de luna y palabras la umbría de su jardín, felizmente recuperado. El éxito literario, lo has comprobado a través de las gacetillas, el de público desbordó todas las previsiones, aunque siempre haya alguna que otra voz discordante, que no a todos se puede agradar. Son las pequeñas sombras, o nubarrones propios del tiempo. Como ocurrió con lo del Centro de Iniciativas Turísticas y sus concursos de poesía y periodismo; que por un quítame allá este premio hubo sus más y sus menos, notas explicativas y réplicas que se esperan. En definitiva, hermano, pelusillas propias de los concursos domésticos como este. Pequeños rifi-rafes entre familias avenidas, que remueven una miaja el mundillo literario. Sal y pimienta, con dosis de menta y canela.

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