Diario de León

JOARILLA DE LAS MATAS

Asumiendo el relevo generacional

La cofradía Virgen del Rosario recuperó ayer la tradición de los pastores con un aire renovado. Seis nuevos miembros, sujetos a los estatutos de 1833, entraron en sus filas, entre ellos cuatro mujeres. Cuantitativamente, el

La renovación de los estatutos ha permitido la entrada de cuatro mujeres en la cofradía

La renovación de los estatutos ha permitido la entrada de cuatro mujeres en la cofradía

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R. Lanero/A. Díaz Redacción - JOARILLA.
León

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Cuatro mujeres demostraron ayer su buen hacer en la recuperación de una cultura popular que no entiende de sexos. Desde que en 1833 nació la cofradía, vinculada a la tradición pastoril, sus miembros habían visto con recelo la inclusión de mujeres en sus filas. Pero la despoblación de las zonas rurales así como el necesario relevo generacional que acusaba la cofradía han sido dos de los factores más decisivos en la incorporación de seis nuevos miembros. La incorporación más revolucionaria, la de las cuatro «pastoras», Cristina Calvo Sandoval, Inés Díez Gutiérrez, Mónica García Fernández y Nuria Gutiérrez Gago. Salvador Márquez y Roberto Hernández cierran la lista de nuevos cofrades. Cada segundo lunes de septiembre, coincidiendo con la celebración de las fiestas del pueblo, los cofrades recuperan una parte de la historia que ha calado en nuestra cultura hasta hacerse casi imperceptible. El pastoreo y sus casi extintos profesionales centraron como cada año la mañana de ayer. Los cofrades prepararon los trajes y los instrumentos necesarios para que la danza de las cachas volviese a sonar en todos los rincones del pueblo recordando a los vecinos de Joarilla sus orígenes. El sentimiento religioso estuvo presente en cada uno de los pasos de la tradicional danza. Vestidos con los pellejos de oveja, todos los cofrades portaban una cacha, instrumento que hace las veces de nexo de unión, ya que todo el baile se organiza a partir de su choque. Tras terminar la puesta a punto, el mayordomo, Fabriciano Díez, dio el pistoletazo de salida al pasacalles. Los cofrades recorrieron el pueblo haciendo paradas simbólicas en las que cantaron y bailaron al ritmo del tambor y la dulzaina. La solemnidad del baile y de la filosofía que lo sustenta también dejó paso al buen humor de los cofrades, que entonaron varias veces la popular «Triste», una pequeña y amable reprimenda que los propios cofrades propinan a los «díscolos» del grupo. Todos los «pastores» rodean al hermano que va a recibir la «Triste». Al tiempo que dejan caer sobre su espalda las cachas, los cofrades entonan un canto después del cual el hermano «castigado» invoca a la Virgen. El pueblo entero empieza a despertar al son de la dulzaina. Después de que la expedición recorre las calles más significativas del pueblo, llega la popular corrida del borro, que consiste en la divertida persecución de una oveja que, tras ser capturada, llena el estómago de los cofrades la noche del lunes, antes de la celebración de la tradicional Chaparrilla, que sin duda representa el lado más festivo y cordial de todas las celebraciones.

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