Repaso a la transición desde la ganadería a la minería

Camino Gallego redactora jefe del Diario de León habló sobre la idiosincrasia de la comarca, que aún conserva algunos rasgos de su propia lengua, -el lacianiego-, y que a lo largo de la pasada centuria ha venido recogiendo influencias externas de provincias limítrofes como la asturiana, o de los inmigrantes llegados a la zona, y que a su juicio, «han enriquecido a la propia cultura lacianiega». Camino Gallego se encargó de dirigir el coloquio organizado por este periódico el pasado jueves en la Casa de Cultura de Villablino con motivo de la presentación de «El siglo de León. Todos los pueblos y sus gentes», y cuyo apartado dedicado a Laciana fue elaborado por esta veterana periodista, después de un minucioso trabajo de investigación. Esta labor le ha permitido acercarse a la historia de un valle, que según dijo, estuvo marcado durante el siglo pasado por su tradición ganadera hasta la llegada de las explotaciones mineras, que provocaron un cambio crucial en la economía de la zona, y por añadidura en el comportamiento de sus gentes. Además, destacó la importante labor educativa que se inició con las escuelas de Sierra Pambley, y se continuó con la apertura de otros centros educativos como los de la Fundación Álvarez Carballo, la Fundación Álvarez de la Puerta, o el de Nuestra Señora de Carrasconte. La periodista de la sección de cierre en Diario de León, también hizo un rápido repaso por la historia de las 14 localidades del municipio, contando algunas de las múltiples anécdotas de cada pueblo, que se podrán leer en los fascículos dedicados a la comarca de Laciana. El público asistente al acto disfrutó recordando las costumbres de los jóvenes de Caboalles de Arriba al celebrar el «día de las trastadas» cada noche de Sábado Santo, con bromas tan particulares como la de subir un carro a lo alto del campanario de la iglesia, o los vecinos de Orallo que ya han perdido la antigua tradición de festejar el día de San Antón cada 17 de enero, organizando un baile con castañuelas, en el que se danzaba La Mazurca. También tuvieron ocasión de averiguar que la primera bicicleta llegó a Villaseca en 1927 y que el propietario de tan singular artilugio era Toribio Lorenzo, emigrante en Europa, de donde la trajo.