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BANECIDAS

El pueblo que se quedó sin cura

Las campanas volvieron a repicar ayer en Banecidas después de que el pasado sábado su párroco, Adolfo Herreros Baños, abandonase «despóticamente» la eucaristía en el momento en que los músicos tocaban el himno nacional. Los vecinos, qu

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A. Díaz/R. Lanero - BANECIDAS.
León

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Los temores de los vecinos de Banecidas se disiparon ayer con el ensordecedor rugido de las campanas de la iglesia. Varios vecinos aguardaban la llegada del vicario a la entrada del pueblo mientras recordaban el episodio del pasado sábado, día de santo Tomás. La eucaristía comenzó cinco minutos antes de la hora habitual. Los más de cien feligreses allí congregados entraron en el templo para celebrar el día grande de sus fiestas patronales con una eucaristía. Durante la celebración, el párroco del pueblo reprendió a unas vecinas alegando que «sus comentarios le estaban distrayendo». Minutos después de que comenzase el acto religioso, un grupo de músicos entró en la iglesia tal y como es habitual el día de santo Tomás. Poco después comenzó el repertorio musical, que incluía una pieza del himno nacional. «En ese momento, el párroco paró el oficio, se quitó la casulla y la tiró a los pies del altar», comentan los vecinos. El presidente de la junta vecinal, Ladislao Villafañe, indicó que «enseguida mandé a los músicos que dejasen de tocar. Las mujeres pidieron al cura que continuase con la celebración, pero lo único que consiguieron fue que tomase el pan y el vino, que ya habían sido consagrados». Adolfo Herreros llegó a Banecidas hace más de tres años. Desde entonces, los vecinos aseguran que las relaciones no han sido demasiado cordiales. «El himno nacional fue la gota que colmó el vaso. Desde que llegó a Banecidas la relación ha sido difícil. No le parecía bien que pusiésemos flores artificiales en la iglesia y que utilizásemos un plástico para que no se ensuciase el altar», señala una vecina. Tras el incidente, la Junta Vecinal informó al obispado de lo sucedido. El vicario aseguró a los vecinos que el siguiente domingo (ayer) habría misa y que las aguas volverían a su cauce. Pascual Díez ofició la eucaristía de ayer en medio de una gran espectación. Los vecinos acudieron a la iglesia con una actitud conciliadora. Cuando terminó la misa, el vicario les explicó la postura oficial del obispado. El vicario no pudo disimular su sorpresa ante la actitud de los feligreses que, dejando de lado reproches y resentimientos, le agradecieron su presencia al tiempo que le comunicaban que no querían más problemas, sólo soluciones. Los vecinos indicaron al vicario que «las cosas se solucionan hablando, y no con decisiones unilaterales».

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