Diario de León

RETABLO LEONÉS

La estación invernal en San Isidro

La controvertida postura de la alta dirección de nuestra Excelentísima Diputación Provincial, que podría desembocar en una irreversible situación de desamparo y falta de clientela, ha puesto una vez más a la estación invernal de S

Una de las partes de la estación de invierno de San Isidoro a la que hoy dedicamos el Retablo

Una de las partes de la estación de invierno de San Isidoro a la que hoy dedicamos el Retablo

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Enrique Alonso Pérez - LEÓN.
León

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La alta dirección de nuestra Excelentísima Diputación Provincial cierra la oportunidad, con su controvertida postura sin tener en cuenta las consecuencias que pueden suceder tras la misma, de promocionar de manera íntegra y plena una comarca en debilidad cuyos recursos descansan y se asientan, casi al cien por cien, en el desarrollo turístico del potencial aportado y constituido a la suerte por la propia naturaleza de esta tierra. Para hacer más abundante este tipo de consideraciones, que llevan ya cerca de treinta años en un permanente rifi rafe entre las distintas instituciones, los partidos políticos y los sufridos industriales que un día hicieron una apuesta por el proyecto, invirtiendo sus ahorros o hipotecando su futuro en una espera que nunca llega, dedicamos hoy nuestro Retablo con el objetivo de refrescar la memoria de quienes en la actualidad dirigen la institución provincial, en un intento de realizar una colaboración con las atribuladas gentes que no quieren perder el último tren que los pueda llevar en su viaje a la definitiva potenciación de un complejo deportivo, único en toda la parte del noroeste de nuestro país. Apuesta por el futuro Habría que remontarse a épocas anteriores, momento en que se puso la primera piedra del Puerto para poder entender cómo un grupo de leoneses, capitaneados por la Corporación Provincial, se entregó plenamente a la promoción del turismo de una macro-parcela, que hasta entonces, no había pasado de ofrecer sus buenos pastos a churras y merinas. La clarividencia de aquellos pioneros y el contraste con otras zonas de posible influencia turística invernal estudiadas in situ, les hizo poner toda la carne en el asador, para ofrecer a la provincia de León y al Principado de Asturias, un complejo invernal del que se sentirían orgullosos, dadas las enormes posibilidades del entorno desde el punto de vista técnico: pistas para la competición, de fondo al igual que las adaptaciones para la práctica del esquí de travesía. Está claro que el proyecto era de gran ambición, sin embargo, la previsión estuvo siempre presente en los planteamientos, que corrían en paralelo a las partidas anuales que se habilitaban en el Palacio de los Guzmanes para cumplir el compromiso, una vez más, con los viejos y conocidos tópicos, tales como: lento pero seguro o sin prisas, pero sin pausas.... Por otra parte, para incentivar más a aquellas personas que estaban comprometidas en el proyecto, se sucedieron de forma progresiva y durante los últimos años, los más profundos desasistimientos en la economía de la comarca: el crac del sector agrícola y la ganadero fue uno de ellos, evidente a todas luces, sobre todo desde que se entró en el Mercado Común Europeo; el desmantelamiento del sector minero, y por si fuera poco en esta zona, la desaparición de nueve pueblos tragados por el embalse del Porma El turismo como redención Por todo ello, las angustiosas miradas de los habitantes del Alto Porma, se dirigieron unánimemente hacia la única dirección posible: el turismo, viejo redentor de comarcas de alta montaña, deprimidas por naturaleza y llenas hoy de vida gracias al mágico influjo de una promoción turística sabia y sistemáticamente organizada, inteligentemente gestionada y honradamente administrada. Vino a corroborar el anterior punto de vista y las tres premisas reflejadas, un estudio realizado por encargo de la iniciativa privada, en el que se podía hacer lectura -entre otras mil cosas- de lo siguiente: «después de un sistemático contraste con otras estaciones invernales homólogables con la de San Isidro, tanto en sus posibilidades como en sus recursos, hemos observado que todas ellas se encuentran en zonas deprimidas de alta montaña, que sin el influjo turístico mantendrían un nivel económico y un estatus social de puro subdesarrollo. Sin embargo, y comprobado fehacientemente el efecto multiplicador del doce por uno, en el dinero invertido en las estaciones, hacia sus respectivas zonas de influencia, hace que estas comarcas mantengan hoy una renta per cápita muy superior a la de la media nacional y a la de turismo costero. Pero León es muy diferente, y si no ruge, no hay nada que hacer. Ni pactos... ni partos; aquí todo tiene que ser por la tremenda: poner en un aprieto el equilibrio municipal para que venga Arenas a apagar el fuego, sellar el paso de la garganta del Cares, para reivindicar una atención sobre los Picos de Europa, impedir la entrada de los niños en el colegio de Santa María del Páramo para conseguir más aulas... en fin, que a grandes males, grandes remedios. El caso es que después de tener todas las cartas favorables, con las cuarenta incluidas y el enorme potencial turístico deportivo de nuestro común complejo invernal de San Isidro, la excelentísima Diputación desoye una propuesta de oro que nuestros vecinos fronterizos quieren compartir para beneficio de ambas vertientes. Sólo queremos recordar, aunque sea un viejo tópico, que sigue vigente aquello de que la unión hace la fuerza.

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