LA POLA DE GORDÓN
Migraciones y minería
Hubo una vez, dentro del inmenso universo de los cuentos, un sastre que cosía un traje increíble para un rey un poco charado. La charla de El siglo de León, todos sus pueblos y sus gentes no contaba con ningún monarca loco, ni ningún sastre espabilado, pero sí había una tela invisible. Un género cosido con palabras, anécdotas e historias. Un pasado que Alfonso García cosió sin remiendos, a la perfección, mostrando a todos los vecinos de la localidad cómo La Pola de Gordón, al igual que Ciñera o Santa Lucía, fue una tierra llena de gentes fuertes, trabajadoras y con un gran espíritu renovador. Algo que se notó sobre todo después que el Frente Nacional pasara por allí y arrasara toda la zona. Pero esta sólo era una de las fábulas que guardaba en la manga. Hay muchas otras notas que caracterizan el carácter de las gentes de esta tierra, siempre tan en contacto con el río Torío. Tradiciones como la de los pendones, que ya en 1905 se reunieron en la ermita del Buen Suceso para pedir con sus telas rogando al cielo un poco de agua para los cultivos, pero Júpiter no escuchó sus plegarias y la sequía se pronunció. Entonces comenzaron los movimientos migratorios. En 1917, tras la guerra civil y en 1950 muchos vecinos abandonaron sus hogares huyendo, en la mayoría de los casos, de las represalias de las ideas contrarias. Porque, tal y como apuntó, Alfonso García «la Ley de Educación de los años 70, la facilidad en el transporte y el aislamiento sobre todo de los pueblos más alejados de la carretera general apuntalan las bases de la sangría poblacional que ha sufrido este municipio a medida que se acercaba el fin de siglo». Muchos de los oyentes descubrieron de sí mismos curiosidades.