Diario de León

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Recuperar la memoria

Los demócratas olvidados de la Guerra Civil necesitan de un homenaje

Los demócratas olvidados de la Guerra Civil necesitan de un homenaje

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La gestión de la memoria histórica es una de las tareas esenciales que toda generación está obligada a realizar y que de una manera más profunda marca el futuro de una sociedad. La decisión del Gobierno de celebrar un homenaje a la bandera nacional el último miércoles de cada mes ha puesto de relieve, una vez más, la importancia de la memoria histórica en un país en el que muchos de sus jóvenes desconocen el pasado más inmediato y, los que lo conocen, abogan por olvidarlo y pasar página. Y olvidar, a la vez, a los miles de ciudadanos que sufrieron la represión franquista y que tuvieron la generosidad suficiente para permitir una transición política en la que las víctimas de la dictadura fueron las que renunciaron a muchos de sus valores y convicciones para permitir la consolidación de la democracia y la convivencia pacífica de todos los españoles. Historia olvidada Recuperar la memoria histórica es una de las tareas pendientes en la sociedad española que, más de veinticinco años después, aún se niega a tener una visión crítica de la transición. La recuperación de los cadáveres de los represaliados durante la Guerra Civil y el franquismo de las fosas comunes en las que se encuentran es uno de los últimos ejemplos. El Ejecutivo se ha negado a financiar esos trabajos y no ha puesto nada de su parte para facilitar a los herederos de esas víctimas la recuperación de sus antepasados y los trámites judiciales necesarios para el levantamiento de los cadáveres. Ahora, una iniciativa socialista trata de conseguir ese apoyo en el Congreso de los Diputados. Un grupo de parlamentarios del PSOE negocia con todos los grupos, incluido el PP, la creación de una subcomisión que estudie el problema y plantee soluciones globales que desemboquen, finalmente, en el resarcimiento, como mínimo, de la deuda moral que la sociedad española tiene con esos ciudadanos que, al fin y al cabo, fueron torturados y asesinados por defender la legalidad existente, legítima y democráticamente instaurada por los españoles. El paso final debe ser la indemnización económica de esos ciudadanos y de sus herederos. Justicia sin revanchismo El mérito de esta iniciativa es de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), una organización fundada en El Bierzo, a la que pertenecen un buen número de familiares de las víctimas del franquismo y que tiene como único objetivo la búsqueda de justicia, sin ánimo de revancha ni de remover el pasado. La ARMH, tras la negativa del Gobierno, ha acudido a Naciones Unidas para que la organización internacional obligue a la Administración a ejecutar las labores de recuperación de las víctimas, se calcula que más de 30.000, muchas de ellas en León, de un auténtico genocidio que la sociedad española no puede ni debe olvidar. Las víctimas del otro bando ya tuvieron su reconocimiento moral y económico: no es difícil encontrar en las calles españolas placas en las que se recuerda a los caídos por Dios y por España. A pesar de algunas decisiones del Gobierno que desatan enfrentamientos y crispación por la utilización partidista de símbolos que pertenecen a todos los españoles, las iniciativas para mantener viva la memoria histórica más reciente se suceden. El paradigma podría ser la exposición organizada por la Fundación Pablo Iglesias sobre el exilio de miles de republicanos durante la Guerra Civil y que estos días puede visitarse en el Parque del Retiro de Madrid. Recordando el exilio La muestra, según algunos historiadores la mejor exposición sobre el asunto que se ha realizado en España, fue inaugurada por el Rey en un gesto de concordia y unidad de todos los españoles que la derecha española se niega a realizar sistemáticamente: cada vez que algún partido, de izquierda o nacionalista, ha planteado en alguna Cámara la condena del franquismo y del alzamiento militar de 1936, el PP se ha negado. La última vez fue en la Asamblea de Madrid. Lastres de la historia. Por eso muchos historiadores no se han sorprendido de que la Fundación Francisco Franco reciba una buena cantidad de dinero público para la loa del dictador y niegue el acceso a los investigadores a sus archivos. O que el Ministerio de Educación, Cultura y Deportes se niegue a devolver los archivos de la Guerra Civil expoliados a Cataluña y que se mantienen en Salamanca. La democracia española aún no ha reconocido el esfuerzo de una parte de sus ciudadanos para que triunfara una transición que, si en algo fue modélica, fue, en gran medida, a las renuncias de los derrotados durante la contienda nacional: renunciaron a recuperar el sistema político vigente en el momento del golpe militar, aceptaron a un jefe del Estado designado por el dictador y asumieron los símbolos del régimen dictatorial, con una modificación en el escudo. Ni aún así los partidos republicanos pudieron participar en las primeras elecciones democráticas. Homenaje a la bandera Ahora, el Ejecutivo propone un homenaje militar a la bandera nacional cada mes, algo inédito en las democracias más modernas y consolidadas y que divide aún más a los españoles, muchos de ellos insatisfechos con la actual simbología pero orgullosos de ser ciudadanos de un país que disfruta de un régimen constitucional de libertades y respeto individual. A pesar de que no compartan la identificación con una bandera en nombre de la cual murieron muchos españoles. El historiador Juan Sisinio Pérez Garzón, en La gestión de la memoria, reflexiona sobre el compromiso ético que tiene cualquier Estado de crear una memoria colectiva para la justicia y que ayude a construir una ciudadanía bien informada y éticamente comprometida con esa justicia. Recuperar los cadáveres de los represaliados de las fosas comunes y restaurar moralmente su olvidada figura puede ser el primer paso.

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