CARTA TE ESCRIBO Martín Martínez
El enemigo en casa
Querido hermano: Ya que no me trajiste los perdones de San Froilán, a ver si puedo llevártelos yo de Los Remedios, aunque lo cierto es que estas romerías se han convertido en un espectáculo de tenderetes, carpas y puestos con pérdida de sus raíces etnográficas. Quien no se olvidó, como tu, fue Nolete quien me obsequió con un puñado de avellanas gordas y lustrosas, con cierto tufo a California; tostadas en la «económica» del Buyeiro estaban cojolosales. También me obsequió con una de sus frases, lapidaria y reveladora: «como el proyecto prospere -dijo- mi sobrino regará la remolacha a meadas». Por esos nuevos estudios que los técnicos preparan con la intención de ahorrar agua, -cosa muy necesaria por otra parte- balsas reguladoras y otras medidas preventivas. Al parecer, ello vendrá acompañado de un espectacular aumento del precio del agua que Nolete, y demás vecinos, cifran cercano al cuatrocientos por cien. Échale un galgo al euro, y a ver quien es el chulo que aguanta si tiene que pagar 300 de esos bichos por hectárea. Así que anda el hombre acongojado por el futuro de los pocos labradores que aguantan, más negro que el de la minería, con el sobreañadido del CTR que ya no hay dios que lo frene, las negras perspectivas del circuito de velocidad de La Bañeza y el ascenso de leoneses en la cúpula regional del PP. Nolete, con su expresivo lenguaje, asegura que son los mismos perros con distintos collares, que seguirán dejando que desde Valladolid nos apergollen con tal de seguir con el culo pegado al sillón. De los socialistas y sus promesas (electorales) no se fía un pelo, pues dice que cuando pudieron nada hicieron. O lo que es lo mismo: que la sumisión es moneda de cambio para los viejos elefantes leoneses que se resiste a buscar el cementerio. Pero, fíjate hermano, que lo de la política no le quita la fijación del regadío; se encabrita y no entiende el retraso de esos embalse del Duerna y del Eria, que regularían cauces y aliviarían las carencias seculares de valdorneses y demás. Lo que no sabe Nolete es la vieja historia de estos embalses, las antañonas aspiraciones de las gentes de aguas abajo, las dilaciones, fracasos y hasta engaños que han sufrido sus promotores a lo largo de un siglo. Hombres como José Marcos de Segovia y el general Benavides Moro, mozuelos en los años 20 cuando la Dictadura de Primo de Rivera, iniciaron la andadura, y cosecharon el primer fracaso. Mantuvieron el tipo, y el estandarte enhiesto, con la República; aquí recibieron el apoyo del general Cabrera, aquel maragato de Andiñuela a quien Franco miró siempre mal -y tan mal- a consecuencia de unas maniobras en el Teleno. El estallido incivil y belicoso de 1936 ahogó, no en agua sino en sangre, sus aspiraciones, sus ilusiones y Cabrera pagó con su vida esa y otras osadías como defender el poder constituido. Con proyectos aprobados, y estudios válidos, volvieron a la carga los bañezanos, a los que por entonces se les decía "hombres de pro", y una vez más tropezaron con el muro de la incomprensión, que no era presa pantanera, a pesar de la fiebre maximalista de la época. Al parecer, no se pensaba sino era en embalse de envergadura; si no se anegaban pueblos y desviaba población no valían la pena. Otros tomaron el testigo -de lo que hay pruebas fehacientes- allá por los años 70, con idénticos resultados. Como si de un Guadiana se tratara, esa vieja aspiración reaparece. Ahora son los alcaldes de varios municipios presuntamente afectados, los que han tomado el relevo; han reverdecido ilusiones y sueñan con el embalse, regulación de cauces y agua para las mejores alubias de la provincia. Las decepciones de Nolete no podrán ahogar sus aspiraciones, ni con la perspectiva de una fuerte carestía del agua. No temen ellos al precio; temen ahogarse en la pasividad, la indiferencia, la abulia, el clientelismo y el apoltronamiento de nuestros políticos regionales y nacionales. En casa tienen el enemigo. Que tengan suerte.