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Publicado por
León

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Sin resignarse a su suerte, Astorga echó mano de todo el brío y, gracias entre otras cosas a las inyecciones económicas aportadas por los esforzados arrieros maragatos, al cerrarse la centuria era una ciudad renovada debido a la aparición del ferrocarril, la traída de aguas y el alumbrado eléctrico. Ahora, recién iniciado el mítico siglo XXI, Astorga sigue despidiendo efluvios de ciudad legendaria, merced a esa exposición de las "Edades del Hombre" que alimentó culturalmente la ciudad durante seis meses del año 2000. Un ambicioso proyecto que logró atraer a cuatrocientos sesenta mil visitantes, entusiasmados ante la visión de las enormes riquezas acumuladas por la Iglesia a lo largo de los siglos y siempre por razones de culto. Una muestra, por cierto, que fue recompensada por el Ayuntamiento con el galardón de "Benemérita". Pues bien, dado que el mayor tesoro de Astorga es su pasado, vamos a recorrer calles y rincones que mantienen el lustre de los viejos tiempos. Y para ello contamos con una serie de personajes que nos acompañarán en este paseo sentimental, donde se superponen y complementan los monumentos y joyas artísticas con las anécdotas puramente históricas. Se trata, en definitiva, de un trabajo de reconstrucción de las tradiciones para el que contamos con guías de la talla del general Santocildes, gran defensor de la plaza; Marcelo Macías, toda una lumbrera del pensamiento astorgano; el buen Obispo Grau, inspirador junto a su amigo Gaudí del hermoso Palacio Episcopal; Juan Lorenzo Segura, aquel humilde clérigo al que se atribuye el deslumbrante "Libro de Alexandre"; las Enfermeras Mártires, masacradas absurdamente durante los terribles días de la Guerra Civil; Pío Gullón, gran protagonista en la escena política del país; o Leopoldo Panero, el reputado poeta de una generación que ennobleció la literatura nacional. Todo sea, en fin, con tal de recobrar las claves íntimas de esta Astorga definida magistralmente por Víctor de la Serna como "una joven ciudad de dos mil primaveras".