Diario de León
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León

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Mientras no existió un coso en Astorga, las tradicionales corridas de toros tenían lugar en la plaza Mayor. La bravura de los astados se probaba en el palacio del marqués, y una vez certificado su trapío, se celebraban los festejos en fechas tan señaladas como la Asunción. En 1696 se dieron dos corridas en honor de doña María de Nevours y Baviera, de paso por nuestras tierras de camino a Valladolid, donde el día 4 de mayo contrajo matrimonio con Carlos II el Hechizado. Convertida en centro económico y social de la ciudad, multitud de episodios históricos se han vivido en la plaza Mayor. Apenas llegaron noticias de que el "deseado" Fernando VII anulaba la Constitución de 1812, una turba de serviles astorganos se personaron en la plaza y, entre vítores y exclamaciones, arrancaron la lápida constitucional que figuraba en la fachada de la casa consistorial. También la cárcel del partido estuvo instalada durante mucho tiempo entre la plaza Mayor y la calle de Ovalle, recinto que se mantuvo hasta 1892. Y a la vista de las noticias que aparecen en la prensa de la época, la ubicación del recinto penitenciario estaba más que justificada. A finales de mayo de 1905, por citar un caso, mientras el propietario don José Alonso paseaba por "el Cantón", una bala disparada con una escopeta de las llamadas "de salón" le alcanzó muy cerca de las venas yugulares, poniendo en grave peligro su vida. A pesar de estas anécdotas violentas, la plaza Mayor siempre ha destacado por un halo hechicero como el que sedujo, en 1860, al barón de Davillier y a su acompañante, el ilustrador Gustavo Doré. El famoso dibujante realizaría un bello grabado, centrado en una "Función de Títeres" que contemplaron en la inigualable noche astorgana.

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