Diario de León

Los munícipes del siglo XII se reunían en el atrio de una iglesia

El Ayuntamiento barroco

La Casa Consistorial es una de las construcciones más contempladas de la plaza Mayor

La Casa Consistorial es una de las construcciones más contempladas de la plaza Mayor

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Iniciábamos esta sección sobre las calles de la bimilenaria capital maragata, tan bella y romántica, con una semblanza sobre ese mentidero castizo que es la plaza Mayor o plaza de España, según la rotulación actual. Un enclave porticado y tradicional, adornado con balcones realizados en hierro forjado y considerado desde tiempo inmemorial como el corazón histórico de Astorga. Aquí se celebraron corridas de toros, estuvo ubicada la cárcel del partido y, en definitiva, es el centro clásico de reuniones y el mejor escaparate que ofrece la ciudad a ojos del forastero. Hasta mediados del siglo XII no existía en Astorga un edificio en que el antiguo Corregimiento pudiera celebrar sus sesiones. Por entonces, las reuniones de los dignatarios públicos tenían lugar en el despejado atrio de la iglesia de San Bartolomé, anterior al que podemos contemplar en nuestros días. El erudito cronista local don Matías Rodríguez, del que hablaremos con detalle al tratar la calle que lleva su nombre, afirma en sus escritos haber visto personalmente aquel atrio, desaparecido entre los años 1865 y 1870. Isabel la Católica En esto la reina Isabel la Católica dictó una orden, Ley 1a. del Título II, que dice textualmente: «Ennoblézcanse las Ciudades y villas en tener Casas grandes y bien hechas en que fagan sus Ayuntamientos y Concejos, y en que se ayunten las justicias y regidores a entender en las cosas cumplideras a la república que han de gobernar: por ende mandamos a todas las justicias y regidores de las ciudades y villas que no tienen Casa pública o de Cabildo, que la fagan». El Corregimiento astorgano puso manos a la obra, y en 1675 recibía un plano y el pliego de condiciones presentado por el arquitecto Manuel de la Lastra, también maestro mayor de las reformas que se realizaban en la catedral. Tras lograr el visto bueno de las autoridades, el tracista comenzó su trabajo en 1683, ayudado por los maestros canteros Marcos, Miguel y Gaspar. Para financiar este importante proyecto, los generosos Marqueses de Astorga donaron la tercera parte del importe de la obra, mientras que el resto se recaudaba gracias a un impuesto especial aplicado a las azumbres de vino que se vendían en las tabernas de la ciudad.

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