Diario de León

La ciudad se ha preocupado siempre de embellecer su casa consistorial

Plaza Mayor (II)

El Ayuntamiento, que luce una fachada de estilo modernista, preside la plaza.

El Ayuntamiento, que luce una fachada de estilo modernista, preside la plaza.

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León

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Empleamos la sección anterior en repasar los antecedentes históricos y sociales de esta Plaza Mayor de La Bañeza, toda una lección de la sabiduría constructiva de nuestros antepasados. Testigo privilegiado de los avatares ciudadanos, fue adquiriendo con el transcurso de los siglos una solemne envoltura estética, conformada en el pasado por elementos como la emblemática farola y el templete de música que costó al erario público, allá por el mes de octubre de 1909, la exorbitante cifra de 2.500 pesetas. Las sucesivas reformas han propiciado la desaparición de muchos de aquellos símbolos de otra época, aunque la plaza sigue siendo al día de hoy el mejor fresco de la vida cultural y cotidiana de la ciudad. Y presidiendo el enclave, a modo de símbolo jerárquico, esa Casa Consistorial de trazado modernista y que luce en la fachada la fecha de 1909. Según distintos historiadores, las llamadas antaño Casas del Concejo han ocupado siempre el mismo lugar, o bien una ubicación inmediata. Existen testimonios sobre la venta por parte de particulares, allá en los siglos XVI y XVII, de viviendas de su propiedad al «Concejo, Justicia y Regimiento», antecedente histórico del Ayuntamiento bañezano. Símbolo de dignidad Hacia el año 1633 la corporación municipal ya estaba asentada en la entonces conocida como Plaza Pública, o Plaza del Concejo y del Pan, gestionando el dinero recaudado por contribuciones y alcabalas. Los ediles de la época también realizaban censos para reclutar los soldados que necesitaba la monarquía hispana, en el abanico de batallas y conquistas emprendidas por distintos puntos del globo terráqueo. Simultáneamente, procuraban embellecer la Casa Consitorial, todo un referente de dignidad política, con añadidos tan artísticos como el gran balcón de hierro que fue encargado, el 13 de julio de 1650, al maestro astorgano Francisco de la Peña, un cerrajero de enorme prestigio. En el Ayuntamiento, ubicado en el ángulo oriental de la plaza, se realizaron a comienzos del siglo XIX las cuentas pertinentes para decidir el cupo que le tocaba abonar a cada vecino, como consecuencia de lo consumido y devastado por los soldados de Napoleón tras su paso por la ciudad durante los terribles días de la Guerra de la Independencia. Aquí juraban su puesto los alcaldes nominados a mediados de aquella centuria, según la fórmula de protocolo inmemorial, ofreciéndose a «cumplir y guardar, hacer cumplir y guardar la constitución de la Monarquía y las Leyes, ser fiel a S.Sm. la Reya, Nª Sª. Y desempeñar bien y fielmente el cargo de Alcalde constitucional para que ha sido nombrado».

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